(Caballería austro-húngara) |
Llega el verano y seguro que más de uno hará un viaje para perfeccionar algún idioma o enviara a sus hijos al extranjero con ese mismo fin. Hubo una época en la que no había nada mejor para aprender idiomas que enrolarse en el ejército, y no sólo porque en múltiples ocasiones asegurara viajes a otros países y contacto directo con culturas lejanas, sino porque en algún caso el ejército era una auténtica torre de Babel.
En el siglo XIX, las lenguas oficiales del ejército austro-húngaro (bendito sea Berlanga) eran nada más y nada menos que 10. Había unidades que operaban en cada una de esas 10 lenguas, si bien todos los soldados del ejército estaban obligados a aprenderse unas cuantas palabras en alemán para entender las órdenes básicas. Todos los oficiales debían conocer el alemán, además del idioma propio de la unidad a la que estaban asignados. Esta mezcla les puede parecer una locura, pero llegó a empeorar.
En alguna ocasión, cuando se recurrió masivamente a las tropas en la reserva, de manera general se llegaron a hablar hasta 14 lenguas. Las 10 básicas, que ya son muchas, eran las siguientes:
- Alemán – Lo hablaba el 25% del ejército.
- Húngaro – Lo hablaba el 23%.
- Checo – 13%.
- Serbio/Croata – 9%.
- Polaco – 8%.
- Ucraniano – 8%.
- Rumano – 7%.
- Eslovaco – 4%.
- Esloveno – 2%.
- Italiano – 1%.
Buen lugar para aprender idiomas, pero pésimo ejército para dirigir con éxito. Recuerdo haber oído en un documental sobre la Primera Guerra Mundial que en el sitio de Przemysl los austrohúngaros tenían que transmitir las órdenes a los defensores de la plaza en once idiomas. Las dificultades de comunicación de los sitiados sin duda facilitaron la tarea a los sitiadores rusos. Aquí hay información sobre ese episodio de la Gran Guerra: https://es.wikipedia.org/wiki/Asedio_de_Przemy%C5%9Bl