Hoy, a través de un par de detalles sobre Hermann Goering que he leído en la revista “La aventura de la historia”, vamos a ver un caso perfectamente aplicable al mundo empresarial. Según se comenta en la revista, una vez le preguntaron a Goering, a la sazón responsable de la Luftwaffe, por qué esta no disponía de bombarderos pesados. La contestación fue: “Uno pesado cuesta tanto como cuatro ligeros y Hitler me va a preguntar cuántos tenemos, no si son bombarderos pesados”. Tomen el nombre de Hitler, como “el jefe» y vean que su decisión se tomo para agradar al jefe, no por ser lo mejor para «su empresa».
Se repitió esta situación hacia el final de la guerra. Alemania podría haber dispuesto de un buen número de cazas a reacción en 1944, pero todo se retrasó porque Hitler quería bombarderos y Goering hizo lo que puedo para complacerle, a pesar de todo.
Sobre los reastores Me262, el retraso originado por Hitler es un mito, parte de la leyenda que acusa a Hitler de todos los errores alemanes (la gran excusa alemana para todo:"no fuimos nosotros, fue Hitler, que era muy malvado y muy feo y muy bajito y muy tonto, y nadie sabía nada"). De hecho el interés del führer aceleró los trabajos sobre el avión, pero dio igual porque el problema eran los motores, que no estuvieron listos para una producción masiva hasta el otoño del 44, ya fuera para cazas o para cazabombarderos. COnvertir un cazabombardero en caza hubiera llevado apenas unas horas de trabajo, pero sin motores los aviones no vuelan.
Los alemanes sí podrían haber tenido un caza reactor operativo antes de Normandía, ya que la Heinkel tenía un proyecto más adelantado que el Me262, el He280, muy similar (un birreactor de caza muy elegante, quizás algo corto de alcance) cuyo prototipo ya voló en 1941, un año antes que el me262. Había tiempo de sobra para corregir los defectos del aparato y ponerlo en servicio a finales del 43, pero esa empresa no había gastado tanto en sobornos como la Messerschmitt y la Luftwaffe dio de lado el proyecto, que nunca pasó de la fase de pruebas.
La fortuna personal de Goering se nutría entre otras cosas de los sobornos industriales, luego también tenemos aquí un caso de mala praxis empresarial. Y es que, pese al mito de la eficiencia germana, el desastroso modo en que operaba la dictadura nazi era la mejor baza de los aliados.
Es casi lo que yo hago a diario, agradar al jefe haciendo las cosas como el quiere que las haga y no como yo las haría…es la triste historia del asalariado :-(
Menos mal que al "jefe" le gustaba más la opulencia que la efectividad…
Un saludo!
El gran enemigo de Hitler fue él mismo. Suerte.
Mil gracias José Antonio por ese genial comentario. Muy interesante.
Teresa, esto… ánimo :)
Gracias por los comentarios.