Cómo se hacía la lista de la selección hace casi un siglo

Jose María Mateos, seleccionador nacional de fútbol
(Jose María Mateos, seleccionador nacional de fútbol)

Iba a comenzar por decir que hoy el fútbol está de actualidad por la lista del seleccionador nacional para la Eurocopa, pero bien pensado, en España, como en medio mundo, el fútbol siempre está de actualidad. Hace ya 85 años, el por entonces seleccionador del equipo nacional, José María Mateos y Larrucea, bilbaíno nacido en 1888, hablaba ya de presiones por parte de los clubes de fútbol, de las peticiones de las aficiones, vía carta y telegrama, eso sí, para que llevara a un jugador o a otro. Exponía sus dudas sobre si convocar a tal jugador del Sporting de Gijón o a tal otro del Barcelona, y se quejaba de la falta de defensores, si bien el Alavés y el Real Madrid tenían «parejas de gran clase» en esos puestos. Nada nuevo bajo el sol, lo mismo casi que vemos hoy. Lo que sí ha cambiado, por contra, es la forma de conocer y seleccionar a los jugadores, ya que entonces no había televisión ni tantas grabaciones en las que ver su juego.

Decía  Mateos, que también era «concejal del Ayuntamiento de Bilbao, jefe de redacción de La Gaceta del Norte y recién casado», que no cobraba por su puesto más que los gastos de viaje, para evitarse así presiones de ningún tipo. Y viajar, por otra parte, tampoco viajaba mucho, «por no ser necesario». Su sistema para hacer la lista de jugadores comenzaba por leer la prensa, conociendo las preferencias y debilidades de los periodistas. Así, si un cronista tenía era partidario de un jugador y en su artículo decía de este que «no brilla en estos partidos últimos como otra veces», ese jugador estaba perdido. Si por otro lado un periodista crítico con un jugador durante un tiempo, se veía obligado a decir que tuvo una tarde afortunada, ese jugador iba hacia arriba. Este paso, el de la prensa, era el primero del método, que tenía otros dos.

Con una primera lista, larga, hecha en base a la prensa deportiva, llegaba el turno de sus informadores privados, que eran amigos a los que llamaba por teléfono o consultaba por carta sobre tal o cual jugador. Ajenos a todos los clubs y en general al tinglado futbolístico, ayudaban a reducir la lista de seleccionables hasta algo casi definitivo. Y entonces, y sólo para salir de dudas en los casos más discutidos, Mateos viajaba a un campo y veía algún partido en directo.

Fuente: Diario ABC (1931) (Imagen)

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