Bailaba el rey inglés Eduardo III con la condesa de Salisbury (Juana de Ken según otras fuentes), cuando a esta se le cayó la liga de una pierna. Es decir, la jarretera, que seguramente era de color azul a juzgar por el escudo de la imagen. El monarca, cortés, en sentido doble, por amable y por encarnar la propia corte, se agachó a recogerla. Entre los asistentes al baile, surgieron rumores y algunas risas no exentas de malicia que no gustaron a Eduardo III. Este ciñó de nuevo la jarretera en la pierna de su compañera de baile y dijo, en francés: “que se avergüence el que piense mal” (Honi soit qui mal y pense).
El rey se propuso convertir aquella jarretera en un símbolo que todos desearan y lucharan por tener y fundó la Orden de la Jarretera. Son pocos los elegidos y es el mismísimo Rey de Inglaterra el que decide sobre sus miembros. Desde luego, consiguió su propósito, dignificar la jarretara de su compañera de baile.
Esta es la versión más conocida de la leyenda sobre el origen de la famosa orden; otras la asocian a las cruzadas y San Jorge.
Fuente principal: ABC.es
En marzo de 1938 Alemania anexionó Austria. Este hecho es conocido como el Anschluss. El…
La travesía de los malditos es como se conoce popularmente al viaje que hizo el…
Si decimos Mozart, pensamos automáticamente en el compositor Wolfgang Amadeus Mozart, como no puede ser…
Aunque en nuestra cabeza asociamos esta pieza con la Segunda Guerra Mundial, la historia de…
La cantidad de expresiones que ha generado el cine y la literatura y que han…
Durante la Segunda Guerra Mundial no había tantas fotografías como pudiera parecer. Ni oficiales, ni…