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El bolígrafo de la NASA, el Fisher Space Pen

Seguramente han oído la leyenda de que mientras los norteamericanos de la NASA gastaron sin medida, millones de dólares, en desarrollar un bolígrafo para escribir en el espacio, que funcionara sin gravedad, los rusos usaban un lapicero. Como supondrán, es una leyenda falsa. Como en un par de días, el 20 de julio, se celebran exactamente los 50 años de la llegada del hombre a la Luna, es buen momento para recordar el origen del bolígrafo de la NASA, o del espacio, que existe.

Antes de viajar al espacio, tuvieron que solucionarse muchos problemas, de todo tipo. Problemas enormes, donde la ciencia y la ingeniería se exprimían al máximo, y problemas más mundanos. Quizás en este segundo ámbito podríamos colocar la búsqueda de un medio eficaz para escribir en el espacio, en gravedad cero.

Las primeras misiones de la NASA usaban lápices

La primeras primeras misiones de la NASA usaban lápices mecánico, algo parecido a los portaminas actuales. Los rusos también usaban lápices. Los norteamericanos tenían atados los lápices para que no se perdieran flotando, lo que podría ser peligroso. Incluso en algunos casos estaban atados con cuerdas retráctiles a instrumental o a las paredes de la nave.

Lógicamente los lápices tenían que ser de una calidad excelente. No sólo por la propia escritura, que también, sino porque una pieza suelta o una rotura podría causar daños graves en la nave. Por aquellos primeros lápices mecánicos para el espacio la NASA pagó casi 130 dólares por lápiz. Muy caros, pero un coste nimio comparado con el de todo el proyecto espacial.

Paul Fisher, un estadounidense nacido en 1913, diseñó varios dispositivos para los bolígrafos, con el objetivo de hacerlos mejores. Por ejemplo, diseñó cargas casi universales para todo tipo de bolígrafos. Lo que lo puso en la carrera espacial fue su invento de un bolígrafo que pudiera escribir en cualquier postura, esto es, no sólo con la punta hacia abajo, donde la gravedad hace su función, sino también boca abajo. Era la presión que se producía dentro del bolígrafo lo que empujaba la tinta.

El bolígrafo de la NASA, hoy puede comprarlo cualquiera

En 1965 Fisher ofreció sus bolígrafos a la NASA. No sin salvar muchas reticencias y pruebas, ya que cualquier cosa en una nave espacial puede provocar el desastre, la NASA compró los bolígrafos de Fisher. Así entró en la historia el Fisher Space Pen. Concretamente, hizo un pedido de 400 unidades, a 4 dólares cada una de ellas. También los rusos, por cierto, compraron los bolígrafos de Paul Fisher. Se hicieron con 100 unidades y 1.000 recambios de tinta.

Aquella fue y ha sido la mejor campaña de marketing para los bolígrafos de Paul Fisher. Hoy todos podemos tener en nuestro bolsillo un bolígrafo de Fisher. Un Fisher Space Pen capaz de escribir en el espacio. Me gusta especialmente uno que hay con el texto «0 Gravity. -301F to 250ºF». Por supuesto, también está en venta el Fisher Space Original.

Y, por supuesto, es mucho más barato que un Omega Speedmaster, el reloj que fue a la Luna.

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