El origen de la milla, la milla náutica y los pasos romanos

El origen de la milla, la milla náutica y los pasos romanos

Una milla son exactamente 1.609,344 metros, pero esto es así desde que se acordó establecer esa equivalencia en el año 1959. Como quien dice, hace un rato, si tenemos en cuenta el origen de la milla. Si vamos a la etimología de la palabra, comprobaremos la antigüedad de la misma y además tendremos explicación a cuál era su sentido original, qué medía en aquel momento.

La palabra milla procede del latín, concretamente de la expresión mille passus, o lo que es lo mismo: mil pasos. De ese mille proviene la milla, aunque no exactamente. Milia es el plural de mille, y de ahí deriva la milla, del plural. Aunque el genero es neutro en origen, con el acabado en a la palabra acabó por convertirse en femenino, por error.

Por lo tanto, uno podría definir que la milla son mil pasos, pero no sería del todo correcto, porque igual que los romanos contaban los días de manera diferentes y por eso Jesucristo resucitó al tercer día a pesar de haber muerto un viernes y volver a la vida el domingo siguiente; también los romanos contaban los pasos de manera diferente a como solemos hacerlo en nuestros días. Si a cualquier de nosotros no pidieran dar mil pasos, contaríamos uno, dos, tres… mientras alternamos nuestros pies en los pasos. Es decir, daríamos 500 con la pierna derecha y otros 500 con la izquierda.

Para los romanos un paso de esos mil que componían una milla era la distancia entre un pie, por ejemplo, el derecho, y la siguiente vez que el derecho tocaba el suelo. Es decir, al contar mil pasos un romano para calcular una milla, contaría uno cada vez que el pie derecho tocara el suelo, si hubiera empezado a contar con el pie derecho.

Es obvio que, con este patrón, en el sentido métrico del término, cada persona tenía una milla diferente en las piernas (aquí me he aguantado para no escribir un chiste un poco soez… disculpen). Por tanto, no es extraño que la milla midiera una longitud real diferente según el momento y lugar. Aproximadamente la milla romana medía 1.480 metros, pero en algunos lugares en la Edad Media se iba casi a los 2.000 metros y la milla londinense era de 1,520 metros.

Una cosa interesante pero igualmente inútil para establecer una medida precisa fue la forma de definir la milla como la distancia que un hombre recorría en algo así como 20 minutos. Esto es inútil, decía, porque cada hombre camina a un ritmo y porque cuando se hacía esto, en la Edad Media, era más complicado medir con exactitud el tiempo que la distancia.

Todos estos jaleos se acabaron con el sistema métrico decimal, aunque nacieron otros problemas y con ese acuerdo internacional que dejó la milla en 1.609,344 metros.

La milla náutica, por cierto, es distinta a la milla terrestre. Son 1,852 metros exactos desde 1929, cuando se estableció esa medida, que es aproximadamente la longitud de 1 minuto de arco de la latitud terrestre. Este minuto es la sesentava parte de un grado, y un grado es la tricentésima sexagésima parte de una circunferencia. Dicho de otro modo, una circunferencia tiene 360 grados y cada grado 60 minutos. Por cierto, que en 1617 Willebrord Snell van Royen, que determinó la circunferencia de la Tierra de la que deriva la milla náutica, uso la milla terrestre para definir esa circunferencia, así que nada de medidas exactas. Y, como sabrán, la Tierra no es perfectamente redonda, y con esto no quiero decir que sea plana, por lo que tampoco la milla náutica fue del todo una medida exacta hasta el siglo XX, e incluso en él, no todos los países adoptaron los 1.852 metros a la vez.

Dicho todo esto, me sigo quedando con cómo se calculaba la velocidad naval en nudos.

Fuente: Blog de lengua, Online etymology dictionary

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  • Hablando de contar pasos para medir, en Furari, cómic de Jiro Taniguchi, el personaje principal Tadataka Ino (1745-1818 comerciante, cartógrafo y agrimensor que confeccionó el primer mapa preciso de Japón tras 17 años de trabajo) va contando pasos por Edo (el actual Tokio) para saber la distancia entre distintos puntos de la ciudad. Es de esos cómics que, sin saber exactamente porqué, tal vez por la tranquilidad, el sosiego que transmite, te deja un buen sabor de boca.

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