La mosca, el primer animal en ser enviado al espacio

Lanzamiento de un cohete V2
(Lanzamiento de un cohete V2)

El animal más famoso de los que han participado de un modo u otro en la astronáutica, probablemente, sea la perra Laika. También Ham, el mono astronauta, tiene su papel protagonista en la película espacial, pero ninguno de ellos fue el primer animal en ser enviado al espacio por el humano. Ni siquiera el mono Albert II, que ya voló en 1949. Ese honor le corresponde a la mosca de la fruta, aunque dudo que esos primeros ejemplares tuvieran nombres propios como Laika o Ham.

En temas científicos la mosca de la fruta, o mosca del vinagre, es un recurso bastante común ya que genéticamente es relevante como primer paso para la investigación, por sus similitudes con los genes humanos. En julio de 1946, poco tiempo después de la Segunda Guerra Mundial, y antes de que comenzara a plantearse de verdad salir fuera de nuestro planeta, un cohete V2, que tenía mucho que agradecer a la tecnología militar alemana del nazismo, fue lanzado al espacio. Dentro de él iban algunas semillas y moscas de la fruta. El objetivo era conocer los efectos de ese tipo de viajes, de la altura, aceleración, y especialmente la radiación… en las moscas. Y es que las moscas, como nosotros, duermen por la noche, responden a muchas de las sustancias que incluyen los fármacos humanos y, además, se reproducen con mucha velocidad, lo que permite ver los efectos en diferentes generaciones.

Dicho esto, tenemos que asumir que no hay un punto exacto, una altura a partir de la cual se pueda decir con certeza matemática que comienza el espacio. En cualquier caso, a partir de los 100 kilómetros de altura se puede decir que uno sale al espacio, al menos así lo determina la Federación Aeronáutica Internacional. El cohete V2 que fue lanzado desde Nuevo México el 20 de febrero de 1947, y que llevaba las moscas dentro, alcanzó los 109 kilómetros de altura. Por tanto, las moscas salieron al espacio, y lo que es más importante, volvieron vivas a la tierra. Ningún otro animal, que se sepa, lo había hecho antes.

Son otros muchos los animales que han sido astronautas, permítanme la palabra, pero eso lo dejaremos para otro día. Hoy es momento de rendir tributo a las moscas de la fruta, pioneras.

Fuente: El pequeño gran libro de la ignorancia, de John Lloyd y John Mithcinson

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