Harold Gillies, un pionero de la cirugía plástica en la Primera Guerra Mundial

Harold Gillies
(Harold Gillies)

La Primera Guerra Mundial guarda algunas de las historias más impresionantes y terribles de la historia moderna. La lucha de trincheras, donde los ejércitos se embarraron y estancaron durante meses y meses, donde decenas de miles caían para conquistar unas decenas de metros, moviendo la tierra de nadie un poco allá o un poco acá. Esos mismos metros se perdían poco después con la siguiente contraofensiva enemiga. En esa situación, la artillería, las bombas y las granadas eran utilizadas de manera brutal, sin medida y en cantidades tales que aún hoy son difíciles de comprender. Uno de los problemas de esas explosiones estaba en las esquirlas metálicas que salían despedidas y que mataban, lisiaban y destrozaban cuerpos.

Entre los rescoldos de la guerra y de las bombas quedaron muchos hombres con el rostro desfigurado. Esas esquirlas metálicas, con formas cubistas e irregulares, no sólo provocaban agujeros, sino que sus heridas eran mucho más brutales, arrancado grandes trozos de piel y carne al pasar. La medicina, en términos generales, avanzó con la guerra, y en términos concretos, la cirugía plástica dio un gran salto, mejorando la vida de muchos soldados de manera clave. Entre los pioneros de esa rama de la medicina estaba Harold Gillies, un neozelandés que dentro del ejército británico se encargó de recuperar los rostros, al menos en cierta medida, de muchos soldados.

Tras estudiar medicina formó parte del cuerpo médico británico y no tardó en darse cuenta de que las secuelas de la guerra para algunos soldados serían insalvables, ya que sus rostros estaban destrozados. Pidió al ejército material para poder comenzar a aplicar la cirugía plástica a estos soldados, mejorando así, sin duda alguna, sus vidas. En su hospital, cerca de Londres, acabó atendiendo a varios miles de personas.

Los riesgos de este tipo de operaciones entonces eran muy elevados, por infecciones y por los resultados inadecuados, a lo que hay que sumar que Gillies estaba innovando y mejorando a medida que los casos iban pasando por sus manos. Hablamos de hace un siglo, pero ya entonces Gillies hacía cosas como extraer cartílago de la zona de las costillas e implantarlo en la frente de un soldado que había perdido la nariz. Seis meses después, aquel implante estaba listo para ser modelado y convertirse en una nariz nueva.

Gillies sin duda fue un adelantado, un pionero en el campo de la cirugía estética que mejoró la vida de muchos hombres gracias a su trabajo y empeño. Algunos de sus pacientes fueron atendidos por él durante meses y meses e incluso años, recuperando poco a poco una cara que traía consigo una mejor calidad de vida. A continuación les dejo un par de fotos que les ayudarán a hacerse una idea de lo que estamos hablando. En cualquier caso, si buscan en Internet podrán ver otros casos, mucho más complejos que estos y algunos de ellos también más duros de contemplar.

(Cirugía plástica en la Primera Guerra Mundial. La imagen de la derecha es el antes y la de la izquierda el después de la operación)

(Cirugía plástica en la Primera Guerra Mundial)

Fuente: BBC.com, Homo Deus, de Yuval Noah Harari

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