El origen militar de los relojes de pulsera

El reloj de pulsera de Girard-perregaux para la armada alemana
(El reloj de pulsera de Girard-perregaux para la armada alemana)

No se conoce con detalle quién fue el primero en llevar su reloj atado en la muñeca, aunque hay varias teorías y explicaciones. Hasta comienzos del siglo XX lo habitual era llevarlo en el bolsillo, atado a una cadenita, y sacarlo para mirar la hora. Una de esas explicaciones para el cambio sitúa en el ámbito militar el salto del bolsillo a la muñeca, cuando un capitán se dio cuenta de que era un problema, en plena acción, o sencillamente portando un arma, sacar el reloj y abrirlo, es decir, quitarle la tapa, para ver la hora.

Lo cierto es que en 1880 la firma suiza Girard-Perregaux creó un reloj que solucionaba ese problema de los militares. Era un encargo hecho por el káiser Guillermo I a la relojera suiza, con el objetivo de dotar del mismo a los oficiales de la armada de su ejército. El nuevo reloj estaba pensado para ser llevado en la muñeca, atado con una correa sobre la manga del uniforme, y tenía una funda de rejilla metálica que protegía el cristal contra los golpes, y a su vez dejaba ver la hora entre los agujeros de la rejilla. Esto hacía que la tapa del reloj fuera innecesaria y por lo tanto que el soldado no tuviera que retirarla. Bastaba con mirarse la muñeca para saber la hora, un gesto que se hace en la actualidad con total asiduidad.

Aquel encargo fue la primera fabricación importante de relojes de pulsera. De ese modelo de Girard-Perregaux se hicieron 2.000 unidades y lo cierto es que en un primer momento nadie pensó en su traslado al mundo civil. En cualquier caso, cuando las damas vieron los relojes de muñeca de los soldados, comenzaron a hacer la idea suya, con un importante componente de joya. Ese uso femenino hizo que los hombres, para diferenciarse, siguieran llevando aún durante décadas los suyos en el bolsillo.

Esto sólo fue el comienzo del reloj de pulsera, que hoy es omnipresente, tanto en damas como en caballeros. Una vez más, el mundo militar es el origen de algo común en nuestro día a día.

Fuente: Girard-Perregaux

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