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Golpes de estado en España, la historia se repite

Caricatura de Pavía durante el golpe, en La Madeja Política, dibujo de Tomás Padró Pedret.
(Caricatura de Pavía durante el golpe, en La Madeja Política, dibujo de Tomás Padró Pedret.)

Que la historia se repite es algo que a su vez se repite en boca de todos con asiduidad y que en algunos casos, como el de hoy, adquiere matices sorpredentes. Tomen como referencia en sus mentes el intento de golpe de estado del 23 de febrero de 1981, el famoso 23-F del teniente coronel Tejero, que entró en el Congreso con sus guardias civiles durante la sesión de votación para la investidura del candidato a la Presidencia del Gobierno, Leopoldo Calvo-Sotelo. Ahora, remontémonos unos años atrás.

La Primera República Española comenzó en España el 11 de febrero de 1873 y un año después, el 3 de enero de 1874 y con el cuarto presidente ya nombrado en tan poco tiempo, tuvo lugar el conocido como Golpe de Estado de Pavía. Manuel Pavía, a la sazón capitán general de Madrid, que no salió de su despacho en el ministerio del Ejército pero dirigió el golpe, mandó al Congreso a la Guardia Civil y a algunos soldados para intentar detener la anarquía y el descontrol que reinaba en la república española y, por supuesto, para intentar favorecer a su favorito, Castelar.

Estaba en marcha la votación del nuevo presidente de la República, que sustituiría a Emilio Castelar, perdedor de una moción de censura, cuando en la Carrera de San Jerónimo se presentaron dos compañías de la Guardia Civil, dos de infantería y una batería de montaña. Los diputados se negaron en un primer momento a abandonar el edificio y ceder a las presiones de los golpistas, pero pronto el lugar ya estaba tomado totalmente por los militares.

Un teniente coronel de la Guardia Civil entró entonces en el Salón de Sesiones gritando “¡Fuera, esto se ha acabado!”. Esa orden, junto con algunos tiros al aire por los pasillos, acabaron por convencer a los políticos, que abandonaron el lugar a la carrera. Es más, algunos salieron descolgándose por las ventanas, lo que también les traerá algún recuerdo al 23-F.

En realidad, y para ser rigurosos, ambos golpes, el de Pavía de 1874 y el de Tejero de 1981 tienen un fondo distinto y un objetivo también distinto, pero no deja de ser curioso que en algunos detalles, a pesar del siglo de diferencia, coincidan ambos.

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