En taxi al combate en la Primera Guerra Mundial

(Los taxis parisinos transportando soldados)

Este año se cumple el centenario del comienzo de la Primera Guerra Mundial y ya llevan unos meses apareciendo nuevas publicaciones al respecto; promete ser un año entretenido en torno al conflicto. Si todo va bien tengo pensado comenzar en Curistoria una serie de entradas periódicas, especiales y distintas a las habituales, sobre la Primera Guerra Mundial y mantener esa serie hasta que se cumpla el centenario del final de la guerra, que sería a finales de 2018.

En cualquier caso hoy me ha venido a la cabeza esta curistoria, que también está enmarcada en ese conflicto, y sirve así para ir abriendo boca. Ocurrió en septiembre de 1914, cuando los alemanes estaban a tan sólo unos kilómetros de París. Se produjo entonces la primera Batalla del Marne, llamada así porque precisamente en el entorno de ese río los franceses plantaron cara.

El ejército francés consideraba que si no conseguía parar al ejército enemigo París estaba perdido, con todo lo que ello significaba. Uno de los problemas que se presentaron en la capital francesa era cómo llevar los aproximadamente seis mil hombres que había allí hasta la línea de combate, sin demora alguna ya que el tiempo corría en su contra. Entonces uno de los generales tuvo una idea: viajar en Taxi.

La idea se puso en marcha y los taxistas franceses respondieron patrióticamente a la llamada, dejando de hacer su trabajo habitual para comenzar a hacer viajes transportando soldados hasta la línea del frente en el río Marne. La fila de vehículos civiles era interminable y sorprendió a todos, como se dijo entonces: “Aquí tenemos algo que no se ve todos los días”. Aproximadamente unos seiscientos vehículos componían aquella fila.

Debemos tener en cuenta que los taxis, Renault en su mayoría, podían transportar a cinco hombres en cada viaje, por lo que el número de vehículos y viajes en total es considerable, unos mil doscientos viajes son necesarios para transportar seis mil hombres. Por supuesto, hechos en una carretera llena de coches y en, supongo, respetuosa fila.

Aquello que comenzó como una idea casi absurda se llevó a cabo con éxito y los miles de soldados fueron llevados hasta donde estaban los alemanes, estableciendo un punto que no pudieron sobrepasar. La victoria fue para los aliados en parte gracias al valor y la entrega de los taxistas parisinos.