Se podría hacer una colección completa de curistorias en torno al uso que se ha hecho en multitud de ocasiones y con diferentes objetivos de los anuncios por palabras en los periódicos. En 1914 apareció el siguiente texto en los diarios de París:
Viudo con dos hijos, 43 años de edad, con nivel de ingresos aceptable, serio y de nivel social elevado, busca viuda con vistas a matrimonio.
El hombre que publicó este anuncio se llamaba Henri Landru y ha pasado a la historia con el sobrenombre de Barbaazul, uno de los más famosos asesinos en serie. Asesinó a diez mujeres y al hijo adolescente de una de ellas. Fue detenido, juzgado y condenado a muerte, aunque mantuvo que era inocente hasta el momento en que la guillotina separó su cabeza del cuerpo, en 1922. Ninguno de los cuerpos fue hallado, lo que complicó el caso y la comprobación de la culpabilidad de Barbaazul.
Poco antes de su muerte, Landru envió a su abogado, Auguste Navières du Treuil, un dibujo que había realizado en la cárcel en el que se podían ver la cocina de su casa y el horno de la misma. Cuarenta años más tarde la hija de aquel abogado encontró un texto escrito en la parte posterior del dibujo. Allí Landru confesaba sus crímenes y confirmaba que aquel horno había sido el destino final de las víctimas.
Más información: Psicokillers, de Juan Antonio Cebrián
LA entrada me ha recordado una frase que decía mucho mi abuelo cuando eramos pequeños y hacíamos alguna barrabasada "eres pero que Landru", ahora ya se a que Landru se refería.
Un saludo
No quiero pensar cómo serían aquellas barrabasadas 🙂
Saludos.