No es aconsejable ni nos llevará a buenos análisis analizar la historia con los valores, criterios y la lógica de nuestros días. Así, la muerte ha sido una sentencia aplicada de manera general a lo largo de la historia para ciertas acciones o delitos. Hay algunos casos en los que es algo comprensible, insisto, si nos situamos en la época correspondiente.
En la Edad Media la muerte era la única sentencia que uno podía esperar si hacia determinadas cuestiones como la traición, por ejemplo. Pero también acabaría uno condenado a muerte si pegaba a su jefe militar o si revelaba secretos al enemigo. Esto último bien podemos tomarlo como sinónimo de traición, pero es posible que en algunos casos la pena máxima fuera el castigo incluso cuando no había traición, por ejemplo, cuando un capturado era torturado. Matar a un compañero de armas también era el camino directo hacia el cadalso, y una vez más habrá que dilucidar la intencionalidad del acto, ya que una batalla medieval bien podía convertirse en el más absoluto de los caos. Quizás, la muerte en batalla estuviera fuera de este régimen tan estricto.
Y para hacernos una idea clara de lo estricto que era el régimen de normas al que debían atenerse los caballeros medievales en el siglo XV, basta saber que uno era condenado a muerte por estas leyes y reglas, irremediablemente, si uno se mataba a sí mismo. Probablemente en estos casos fuera muy complicado la aplicación de la pena capital, pero en cualquier caso, uno sabía cuál era su condena en caso de suicidio.
Fuente: Caballero. Manual del guerrero medieval, de Michael Prestwich
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o sea que si te suicidabas te mataban de nuevo... ¡Me muero muerto!
Te remataban :)
Ojo, que hasta hace poco (yo conocí a una persona que fue investigada por ello en los años 50) en España el suicidio también era delito, aunque solo se penara en grao de tentativa por motivos obvios.
No sabía eso, Iván, gracias por compartirlo.