La visión francesa de la Guerra de Independencia

A estas alturas, y celebrado el bicentenario, supongo que todos sabemos que la llamada Guerra de Independencia que enfrentó a España con el Imperio Napoleónico acabó con triunfo hispano. Hay que reconocer que los ingleses pesaron, y mucho, en la balanza, pero sea como fuere, Bonaparte acabó escaldado de aquella contienda.

Fue una victoria repleta de acciones de guerrilla, de bandoleros y de lucha por parte del desorganizado pueblo frente al invasor. Los franceses ya constataron este hecho y cómo la indómita población española se les atragantó. Citemos algunos comentarios de la época que remarcan este hecho.

“El carácter de los españoles es noble y generoso aunque tiende a la ferocidad. No tolerarían ser tratados como nación conquistada; desesperados, serían capaces de los mayores excesos de entrega y valor”. Esto decía un oficial francés.

“La guerra de España fue la más larga, difícil y dramática del Primer Imperio. Al cruzar los Pirineos entramos en el país de la Aventura. Batallas, emboscadas, mujeres, monjes, guerrilleros, hambre, sed, degüello y asesinato. Las otras guerras pertenecen a la historia, pero la de España parece pertenecer a la ficción”. Este comentario corresponde al historiador francés Edouard Guillén y realmente me gusta mucho. Eso de «guerra de ficción» es genial.

Por último, José Bonaparte, el conocido Pepe Botella, comentó: “Yo tengo por enemigo a una nación de 12 millones de almas, bravas, irritadas hasta lo indecible”. Y su hermano, el gran Emperador, dijo de los españoles en sus memorias: “Los españoles en masa se condujeron como un hombre de honor”.

Dicho todo esto, también hay que rendir homenaje al ejército regular que ganó las batallas y luchó contra el mejor ejército del mundo, en aquella época.

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  • No cabe duda que los españoles han sido a lo largo de la historia personas de valor y afortunadamente son reconocidos por su valentía hasta por sus propios enemigos.

    Impresionante entrada, no sabia que esas eran la opiniones de lo franceses.

    Esther.

  • ¿El ejército regular español? No dio una a derechas; la única victoria destacable (antes de Wellington, claro) es la de Bailén, en la que el ejército regular estuvo mezclado con un ejército improvisado organizado por las juntas locales (creo recordar que esas milicias eran más numerosas que las tropas regulares), reclutado a toda prisa de entre el paisanaje, y el implacable calor.

    Aparte de eso, mucha heroica resistencia pero ningún fruto.

  • jasev, te olvidas de Zaragoza, que venció a los franceses en el primer sitio, y solo cayó en el segundo sitio por las enfermedades que asolaron a los combatientes españoles.

    Os dejo otra opinión de un francés narrando la capitulación de Zaragoza, el 21 de febrero de 1809:

    Según la narración del oficial sitiador Barón Lejeune.
    Al rayar el día 21 de Febrero, todos los puestos exteriores de la ciudad estaban ocupados por los franceses. Al mediodía nuestro ejército, poco numeroso pero imponente por su marcial presencia, estaba alineado en orden de batalla, con la yesca encendida, dando frente al Ebro, sobre la carretera de Alagón. Tenía, además, sus reservas bien colocadas para el caso de algún contratiempo. La columna española desfiló en formación con sus banderas y sus armas.
    Jamás un espectáculo más triste ni conmovedor vieron nuestros ojos. Trece mil hombres, enfermos, llevando en la sangre el germen del contagio y todos espantosamente demacrados, con la barba larga, negra y enmarañada, sin fuerza siquiera para sostener sus armas, se arrastraban lentamente al compás del tambor. Sus ropas estaban sucias y destrozadas. Todo en ellos reflejaba el cuadro de la más espeluznante miseria.
    Sin embargo, un sentimiento de orgullo y de fiereza indefinible aparecía aún a través de los rasgos de sus lívidos semblantes, completamente ennegrecidos por el humo de la pólvora y sombríos de ira y de tristeza. El ceñidor español, de color vivo, dibujaba su talle; el gran sombrero redondo, adornado con negras plumas de gallo ó de buitre, sombreaba su frente, y la capa gris o la manta echada al desgaire por encima de los variados trajes de aragoneses, catalanes y valencianos llegaban hasta dar gracia, y casi puede decirse elegancia, a sus vestidos destrozados en tan nobles fatigas y a los negruzcos harapos con que estaban cubiertos aquellos vivientes espectros.
    Sus mujeres y sus hijos llorosos, que obstruían las filas, tornaban con frecuencia su corazón a la Virgen, a quien imploraban todavía. Muchos de aquellos bravos, en el momento de deponer las armas y entregarnos sus banderas, sintieron un acceso violento de desesperación. Sus ojos centelleaban de cólera y sus miradas feroces parecían que contaban nuestras filas y que sentían vivamente haber cedido ante un número tan pequeño de enemigos. Partieron para Francia y ¡Zaragoza estaba conquistada!

  • "Dicho todo esto, también hay que rendir homenaje al ejército regular que ganó las batallas y luchó contra el mejor ejército del mundo, en aquella época."
    Será el inglés del señor Wellington?

  • En efecto, era el de Wellington.

    Kash, no me he olvidado del sitio de Zaragoza ni del de Gerona. Pero en primer lugar, aunque en ambos sitios la guarnición estaba bajo el mando de comandantes de tropas regulares (¡estaría bueno!) en ambos casos esas tropas estaban muy reforzadas con los paisanos del lugar. En segundo lugar, un asedio no es una batalla: es, precisamente, la negación de una batalla, cuando el enemigo evita el combate por las calles para minimizar sus propias bajas.

    En los asedios, las tropas se comportaron con valor fuera de toda duda; pero el valor, como se suele decir, es algo que se les supone. El talento estratégico, por otra parte, brilla por su ausencia: desde tiempo inmemorial las batallas las ganan los generales, los asedios los ingenieros.

    Decir que el ejército regular español ganó batallas a mí sólo me provoca una sonrisa sarcástica. Cada vez que las tropas españolas se enfrentaron a las francesas en campo abierto (incluso contando con superioridad numérica), salvo Bailén, fueron tremendamente apalizadas porque los franceses contaban con tropas mejor entrenadas, mejor armadas y (sobre todo) mejor mandadas.

    El ejército regular español de la época era el mismo que sólo quince años antes hizo el ridículo más absoluto en las guerras contra la convención. Las batallas que libró durante la guerra peninsular fueron una reedición de ese ridículo. Prueba de ello es que Castaños, tras ganar en Bailén por unas circunstancias realmente excepcionales, prácticamente desaparece de la historia hasta el final de la guerra.

  • Hola:

    gracias por los comentarios.

    Esther, viniéndolo del enemigo, y derrotado, debe puntuar el doble :)

    Qué gran frase la del vasallo y el señor.

    Xavier, muy interesante tu reflexión, sin duda.

    Jasev y Kash, muchas gracias por vuestras grandes aportaciones. Cierto es que el ejército regular, sin los ingleses, no se lució, pero también luchó y ganó batallas, con los ingleses sí, pero vamos, que puso su granito de arena.

    Por cierto, también hubo fallos garrafales de los franceses que dieron aire a los españoles. Sin algunos de esos fallos quizás el resultado de la guerra no hubiera sido el que fue.

    Saludos.

  • A ver Jasev
    España estaba tan a la deriva en aquel entonces que ni tenia ejercito ni tenia nada. Precesamente por eso, más merito tiene la hazaña de haberles expulsado de aquí. Parece con tus palabras que intentas quitarle merito a lo que hucieron nuestros antepasados. Yo solo tengo palabras de orgullo hacia ellos.

    Al que homenajea a Wellinston:

    Ese, sí que fue un buen terrorista. Vino a España a arrasar pueblos y ciudades. Si pudieramos preguntarles a los que vivieron hace 200 años y tuvieron la desgracia de toparse con él, les preguntariamos si quieren hacerle un homenaje a un hijoputa semejante.

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