El teniente Galiana, Jaime Galiana Garmilla para ser más exactos, fue uno de los españoles que se enroló en la División Azul para luchar contra el comunismo. En el mes de Octubre de 1941 estaba en el frente ruso luchando junto a los nazis. Antes de comenzar el asalto a una posición soviética el 22 de Octubre, y después de comulgar, le comentó al capellán del 2º Batallón del 269º Regimiento: “¡Qué limpio está hoy el cielo! ¡Qué buen día para morir!”.
Y efectivamente el teniente Galiana murió en aquella acción de combate. Una vez más, como ya vimos con el General John Sedgwick en la guerra siempre ronda la muerte y uno ha de ser cauteloso con lo que dice, para no acabar su vida con un cierto aire cómico.

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    • Saludos, estoy haciendo un estudio sobre los divisionarios del 2º batallón del Regimiento 269; me gustaría si no te informa que me facilitaras alguna información sobre tu tio-abuelo.
      Gracias.

  • Aire cómico? No lo veo, la verdad. Que la campaña de Rusia no era repartir magdalenas como pretenden ser las misiones internacionales actuales.

  • El día 22, el comandante Román lanzo el ataque sobre Sitno. El ataque se inició justo a mediodía. Los rusos estaban atrincherados en los oscuros bosques. Dando cara al norte, los servidores de las ametralladoras del 848 regimiento sovietico, tenían un despejado campo de fuego contra el 2º del 269, que avanzaba por campo abierto a lo largo del río. La artillería española, aunque sacudía de firme, sólo era parcialmente eficaz contra los bien construidos nidos de ametralladoras y los fusileros sovieticos escondidos en los arboles.

    Román ordenó ¡Adelante!. El teniente Galiana se desplegó con su seccion de 30 hombres. Cayeron soldados bajo el fuego ruso. Se detuvo el resto. De pronto, dos figuras se lanzaron hacia las armas enemigas. Estallaron granadas de mano en el nido, matando e hiriendo a sus servidores. Galiana y su cabo saltaron dentro, entregandolo a la seccion que se acercaba. Una ametralladora disparaba aún. Galiana y el cabo corrieron por la linde del bosque. Una ráfaga cogió a la pareja en pleno grito de ¡Arriba España!. Galiana dio unos pocos pasos y cayó inerte en la humeda hierba. En ese mismo instante, el ametrallador ruso se retorció y quedó derrumbado sobe el cañon de su Maxim. Atónitos, los rusos escaparon. Galiana fue propuesto por esta acción para la Laureada de San Fernando. En Alicante, en la Plaza de Castelar, su madre María, recibió llorando la noticia de la heroica muerte de su hijo.

  • No sólo no era repartir magdalenas, sino que fue un verdadero infierno, hasta donde yo sé.

    Gracias por la narración.

    Saludos.

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