Curistoria https://www.curistoria.com/ Curiosidades y anécdotas de la historia Sun, 10 Nov 2024 21:54:51 +0000 es hourly 1 https://wordpress.org/?v=6.6.2 https://i0.wp.com/www.curistoria.com/wp-content/uploads/2019/06/icono.jpg?fit=32%2C32&ssl=1 Curistoria https://www.curistoria.com/ 32 32 159759776 Las enfermeras del aire de la Segunda Guerra Mundial https://www.curistoria.com/2024/11/las-enfermeras-del-aire.html https://www.curistoria.com/2024/11/las-enfermeras-del-aire.html#respond Sun, 10 Nov 2024 21:54:48 +0000 https://www.curistoria.com/?p=12679 Durante la Segunda Guerra Mundial, la Fuerza Aérea del ejército de Estados Unidos puso en marcha algo así como ambulancias aéreas, que llevaban las conocidas como enfermeras del aire a bordo, para cuidar a los pacientes durante los peligrosos momento del transporte. También había médicos, por supuesto. Era una forma segura de trasladar a los […]

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Las enfermeras del aire de la Segunda Guerra Mundial

Durante la Segunda Guerra Mundial, la Fuerza Aérea del ejército de Estados Unidos puso en marcha algo así como ambulancias aéreas, que llevaban las conocidas como enfermeras del aire a bordo, para cuidar a los pacientes durante los peligrosos momento del transporte. También había médicos, por supuesto. Era una forma segura de trasladar a los soldados heridos desde el frente a hospitales bien equipados en la retaguardia.

Las ambulancias terrestres suelen llevar una enorme cruz roja pintada, indicando que son un vehículo médico, y esto las mantiene en cierta medida a salvo. Evita que sean atacadas. En el caso de los aviones esto no era posible ya que transportaban suministros militares además de heridos, por lo que no tenían nada que los identificara como una nave de transporte médico y, por lo tanto, podían ser atacados.

Esto hacía que el riesgo de ir a bordo fuese muy alto, y por ello las enfermeras y médicos que volaban en este tipo de misiones eran voluntarios. Se les proporcionaba entrenamiento para saber cómo actuar en caso de accidentes aéreos, y también para ser capaces de trabajar en altitud, conociendo los efectos de esta en los pacientes. Esta formación se hacía en el centro de entrenamiento Bowman Field, en Kentucky.

El número de soldados transportados con ayuda de las enfermeras del aire supera el millón, de los que menos 50 murieron durante el vuelo

Aunque ya habían participado en alguna misión en el norte de África a finales de 1942, fue en febrero del año siguiente cuando se graduó la primera promoción de enfermeras del aire o enfermeras de vuelo, como también se las conoce, dentro del ejército. A lo largo de la guerra, unas 500 sirvieron en 31 escuadrones diferentes de evacuación aérea. Más de un millón de heridos y pacientes fueron transportados con la ayuda de estas mujeres, y en su favor hemos de decir que tan sólo 46 de ellos (el 0,0046%) falleció durante el transporte.

En el otro lado de la moneda tenemos que 17 de esas 500 enfermeras (el 3,4%) murieron durante la guerra. La primera en morir en acto de servicio fue la teniente segunda Ruth M. Gardiner, cuando su avión sufrió un accidente. La teniente primera Aleda Lutz, que participó en la primera misión de estas enfermeras aéreas, fue la primera que murió en combate y recibió la Cruz de Vuelo Distinguida, el Corazón Púrpura y una Medalla del Aire con cuatro hojas de roble. El número de hojas tiene que ver con el número de horas en vuelo.

No sólo la fuerza aérea tuvo este servicio, sino que también la armada creó su escuela dedicada a formar personal para la evacuación en avión de heridos. Dentro del credo de estas enfermeras de vuelo decían: Utilizaré todos los recursos a mi alcance para impedir que la muerte triunfe sobre la vida; y también recordaban a Florence Nightingale.

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El hombre nuevo, de Grigore Dumitrescu https://www.curistoria.com/2024/11/el-hombre-nuevo-de-grigore-dumitrescu.html https://www.curistoria.com/2024/11/el-hombre-nuevo-de-grigore-dumitrescu.html#comments Sat, 09 Nov 2024 11:01:16 +0000 https://www.curistoria.com/?p=12676 Durante la Segunda Guerra Mundial Rumanía estuvo de parte del Eje pero cuando las tropas soviéticas avanzaron hacia el oeste por Europa, quedó atrapada bajo su influencia. Acabó convertida en un país comunista por la fuerza, más allá de los deseos de la sociedad rumana, y para ello se desplegó un sistema de represión terrible, […]

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El hombre nuevo, de Grigore Dumitrescu

Durante la Segunda Guerra Mundial Rumanía estuvo de parte del Eje pero cuando las tropas soviéticas avanzaron hacia el oeste por Europa, quedó atrapada bajo su influencia. Acabó convertida en un país comunista por la fuerza, más allá de los deseos de la sociedad rumana, y para ello se desplegó un sistema de represión terrible, como era de esperar. Dentro de ese agujero negro que se llevó la libertad y cualquier opinión en contra de Moscú quedó atrapado Grigore Dumitrescu, el autor de este interesante libro titulado El hombre nuevo (afiliado).

En El hombre en busca de sentido, la famosa obra de Viktor Frankl con la que este texto tiene muchos paralelismos, se dice que te pueden quitar todo menos tu actitud ante las circunstancias. Dumitrescu narra algunas situaciones en las que el límite del martirio psicológico fue tal que uno casi ni podía decidir su propia actitud. Es aterrador, por la maldad humana, lo que se cuenta en este El hombre nuevo.

El hombre nuevo, de Grigore Dumitrescu narra en primera persona su paso la prisión de Pitești, donde buscaban deshacerlo hasta lo más profundo del alma

Supongo que si estás preso y es un guardia quien te maltrata, la situación tiene un cierto encaje en tu cabeza. Cuando es un compañero, otro preso, y además no está contigo las 24 horas del día, todo es más duro. Esto es lo que ocurría en la prisión de Pitești, los que se encargan del castigo eran otros condenados que estaban junto a ti cada minuto del día y la noche. Y no sólo se encargaban del castigo, sino que decidían a quién y por qué le tocaba ser el objeto del daño.

Más allá de un prólogo que nos sitúa política e históricamente en el momento, finales de los años 40 y comienzo de los 50, el texto es un diario de lo que vivió Dumitrescu en prisión. Este preso político narra en primera persona y con detalle cómo funcionaba el sistema de reeducación y de “limpieza de la podredumbre interna” que el gobierno comunista puso en marcha. Por interna se entiende la propia mentalidad y los valores de cada uno.

El aspecto humano es fundamental. No por haberlo visto y leído en multitud de obras deja de remover el estómago la capacidad que tienen los hombres para machacar física y mentalmente a otros hombres. Es terrible.

Hablamos de decenas de hombres encerrados durante semanas en una celda, donde se sucedían las palizas diarias. Palizas que duraban horas. En la fase más extrema, cada preso tenía que hacer una autoconfesión contando toda su historia y explicando de forma culpable por qué había ido contra el pueblo. Esta ofensa al pueblo podía ser tan sólo no ser comunista o ser católico. Si el resto de presos consideraba que su historia no era del todo sincera, se desencadenaba una paliza. Juzgaban lo que uno pensaba, contara lo que contara, algo absolutamente subjetivo. Si alguien decía: creo que miente; era suficiente para lanzar el castigo. Y los verdugos no eran sino otros de entre ellos mismos. Unos robots, como los llama el autor, que debían hacer esa misma autoconfesión en breve, o la habían hecho unos días antes.

Este tipo de testimonios son necesarios para evitar el olvido

Estaba prohibido moverse en la cama. Debían mantener la misma postura durante horas, y dormir con los brazos inmóviles por fuera de la manta, para evitar suicidios. A pesar de ello, alguno encontró el camino para acabar con su propia vida. Una mirada a la cara de otro preso podía suponer un durísimo castigo. Dumitrescu se hacía la señal de la cruz con la lengua en el paladar, porque cualquier movimiento externo era vigilado. Pero no bastaba con el sufrimiento físico. Los comunistas buscaban vaciar el alma de los hombres. Esta es la idea que deja por escrito el autor en una de sus reflexiones, la destrucción del alma.

Dumitrescu salió finalmente vivo del castigo, tras pasar luego por un campo de trabajo, y dejó por escrito esta experiencia personal. Necesaria como testimonio humano e histórico.

En los últimos meses ha habido varias obras, no sólo literarias, en torno al comunismo rumano. Principalmente sobre su fin o su época más conocida, pero este testimonio de cómo empezó todo creo que es muy revelador y, además, es universal. Esto es, trata de un momento y lugar concreto, pero habla de muchos lugares y situaciones. Del pasado y, lamentablemente, del presente. Esto lo convierte en una obra valiosa. Esta editada, por cierto, por la editorial Omen y traducido por Rafael Pisot. El prólogo es de Marius Oprea.

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No hace falta ser guapo para ser un espía seductor https://www.curistoria.com/2024/11/no-hace-falta-ser-guapo-para-ser-un-espia-seductor.html https://www.curistoria.com/2024/11/no-hace-falta-ser-guapo-para-ser-un-espia-seductor.html#comments Wed, 06 Nov 2024 22:54:18 +0000 https://www.curistoria.com/?p=12672 No hace mucho se dio a conocer el caso de unos estafadores que, haciéndose pasar por Brad Pitt, le sacaron el dinero a alguna pobre mujer después de enamorarla. El engaño en torno al amor ha sido el gancho multitud de veces para conseguir dinero, poder y, cómo no, información. En el espionaje es algo […]

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No hace falta ser guapo para ser un espía seductor

No hace mucho se dio a conocer el caso de unos estafadores que, haciéndose pasar por Brad Pitt, le sacaron el dinero a alguna pobre mujer después de enamorarla. El engaño en torno al amor ha sido el gancho multitud de veces para conseguir dinero, poder y, cómo no, información. En el espionaje es algo que se ha utilizado en muchas ocasiones, la seducción. Y podría uno pensar que es esencial ser un adonis para estas cosas, pero vamos a ver cómo no hace falta ser guapo para ser un espía seductor.

Algunos espías alemanes son una muestra clara de que no hace falta ser guapo para ser un espía seductor, sino que es suficiente con elegir bien el objetivo

A mediados del siglo XX, la Alemania comunista puso en marcha un programa especial en el que los espías masculinos tenían como objetivo conseguir información de mujeres, después de embaucarlas para que se enamoraran de ellos. Lo más importante, como vamos a ver, no era el aspecto. No era necesario ser un James Bond. Lo más importante era la inteligencia emocional. Si no, fíjense en la foto, que muestra a algunos de los espías que seducían a mujeres para conseguir información.

La RDA entrenó y utilizó a algunos hombres para seducir a mujeres de la parte occidental de Alemania y obtener información. La Stasi, la poderosa inteligencia del país comunista, seleccionó Romeo como nombre en clave a este proyecto. Las mujeres a conquistar, como era de esperar, recibían la denominación de julietas.

A mediados de los años 50 Albert Weissbach, el hombre con gafas de la foto, comenzó su trabajo como seductor. Tras ser capturado por los rusos cuando servía en el ejército nazi, este hombre cambió de bando y se hizo comunista. Con 30 años, en 1953, fue enviado a Bonn. Después de un tiempo largo, dos años, acabó seduciendo a una viuda que trabajaba como telefonista en la cancillería de Adenauer. Era una julieta perfecta por su acceso a cierta información.

Ella escuchaba las conversaciones entre los hombres más importantes del entorno de Adenauer, que era el Canciller de la República
Federal de Alemania. Posteriormente, probablemente sin percatarse de ello, compartía lo que sabía con Weissbach, que a sus ojos no era más que un cariñoso vendedor de productos de peluquería y utensilios de cocina. Esa era la tapadera del espía. Dicho esto, como si todo fuera una película romántica, Weissbach acabó enamorado de su presa. Cuando iba a ser descubierto y tuvo que volver al otro lado del Muro, le pidió a ella que huyera con él. Y además que se llevara a su hijo. En esto no tuvo éxito y volvió sólo.

Weissbach fue sólo uno de los romeos, el primero. Cuando él tuvo que retirarse, ya había otros sobre el terreno seduciendo mujeres y consiguiendo información. Por ejemplo, Herbert Söhler, quien, como ven en la foto, tampoco era lo que hoy llamaríamos un galán de cine. En definitiva, que no hace falta ser guapo para ser un espía seductor.

La foto, por cierto, la he tomado del artículo que XLSemanal le dedicó a este tema hace un par de años, que es donde conocí este proyecto Romeo.

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La curiosa táctica de Víctor Hugo para vencer la procrastinación https://www.curistoria.com/2024/10/la-curiosa-tactica-de-victor-hugo-para-vencer-la-procrastinacion.html https://www.curistoria.com/2024/10/la-curiosa-tactica-de-victor-hugo-para-vencer-la-procrastinacion.html#respond Wed, 30 Oct 2024 22:43:00 +0000 https://www.curistoria.com/?p=12669 Leyendo hace unos días sobre la magnífica composición Rhapsody in Blue, de George Gershwin, me enteré de por qué el autor tuvo que escribirla a la carrera. Por otra parte, el fin de semana pasado vi la película sobre El tormento y el éxtasis, de 1965, que trata sobre Miguel Ángel, Julio II y la […]

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La curiosa táctica de Víctor Hugo para vencer la procrastinación

Leyendo hace unos días sobre la magnífica composición Rhapsody in Blue, de George Gershwin, me enteré de por qué el autor tuvo que escribirla a la carrera. Por otra parte, el fin de semana pasado vi la película sobre El tormento y el éxtasis, de 1965, que trata sobre Miguel Ángel, Julio II y la Capilla Sixtina. En ella está omnipresente el lento ritmo de trabajo del pintor y escultor florentino. Por distintas razones, hacer lo que uno debe a veces es complicado. Frente a esto, la curiosa táctica de Víctor Hugo para vencer la procrastinación es sorprendente y efectiva.

Comenzando por el caso de George Gershwin y Rhapsody in Blue, lo que ocurrió fue que el director Paul Whiteman le pidió a Gershwin una pieza para tocarla con su orquesta en un próximo concierto. El compositor se olvidó de la petición hasta que una mañana vio en el periódico el anuncio del concierto, que indicaba que se podría escuchar en él una nueva obra Gershwin. Entonces se acordó de su compromiso y, a toda prisa, en unas tres semanas, escribió la pieza. No sé si a esto lo podríamos llamar procrastinar, porque parece que se había olvidado.

Procrastinar, como sabrán, es sinónimo de diferir o aplazar, según la RAE. Pero se suele aplicar cuando alguien, sabiendo que debe hacer una cosa, se entretiene en otras o sencillamente en el dolce far niente, dejando así la tarea sin hacer y postergándola hasta el último momento.

La curiosa táctica de Víctor Hugo para vencer la procrastinación pasa por quedarse desnudo dentro de casa

Y esto es lo que nos lleva a Víctor Hugo, porque es un caso paradigmático de procrastinación y de lucha contra este mal. El autor francés, a pesar de lo que se cuenta sobre sus negros, tenía problemas para cumplir algunos de sus compromisos editoriales. Así, en el verano de 1830 se cumplía un año desde que le había dicho a su editor que le entregaría El jorobado de Notre Dame.

Se acercaba la fecha límite y no había completado la obra. Seguía invirtiendo el tiempo en otros proyectos y cuestiones, en lugar de sentarse a escribir el texto que tenía apalabrado con su editor. Algo parecido le debió pasar también con Los Miserables. Para forzarse a trabajar y evitar distracciones, Hugo aplicó un método peculiar pero efectivo.

Cogió toda su ropa y la guardó bajo llave, excepto un enorme chal. Supongo que la llave se la daría a alguien, prohibiéndole además que se la devolviera hasta completar el trabajo o algo similar. Así se impedía salir de casa, porque estaba desnudo, salvo por ese chal con el que se cubría. Encerrado en su lugar de trabajo y sin la tentación de salir, escribir era más sencillo y podía cumplir los plazos.

Funcionó. Tomó esta decisión en el verano de 1830, como decíamos, y a primeros del año siguiente El jorobado de Notre Dame estaba en la calle.

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Sho-ka-kola, el chocolate con cafeína de los aviadores alemanes https://www.curistoria.com/2024/10/sho-ka-kola-el-chocolate-con-cafeina-de-los-aviadores-alemanes.html https://www.curistoria.com/2024/10/sho-ka-kola-el-chocolate-con-cafeina-de-los-aviadores-alemanes.html#comments Sun, 27 Oct 2024 18:06:00 +0000 https://www.curistoria.com/?p=12665 Un café expreso tiene, aproximadamente, unos 80 mg de cafeína, aunque supongo que depende del tipo de café y de la forma de prepararlo. Una lata de Red Bull, que tiene 250 ml, contiene esa misma cantidad, unos 80 mg. Sho-ka-kola, el chocolate con cafeína de los aviadores alemanes de la Segunda Guerra Mundial, tenía […]

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Sho-ka-kola, el chocolate con cafeína de los aviadores alemanes

Un café expreso tiene, aproximadamente, unos 80 mg de cafeína, aunque supongo que depende del tipo de café y de la forma de prepararlo. Una lata de Red Bull, que tiene 250 ml, contiene esa misma cantidad, unos 80 mg. Sho-ka-kola, el chocolate con cafeína de los aviadores alemanes de la Segunda Guerra Mundial, tenía unos 200 mg de cafeína por cada 100 gramos de producto. Una auténtica salvajada.

Sho-ka-kola, el chocolate con cafeína de los aviadores alemanes se distribuía en la Luftwaffe como parte de la ración

Sho-ka-kola es una marca alemana de chocolates fundada en 1935. Mezclando cacao, café y nuez de cola, consiguen que su producto sea una auténtica bomba de cafeína, y eso es lo que la hacía diferente. Tan diferente que durante la Segunda Guerra Mundial formaba parte de las raciones que se le daban a algunos soldados para que su consumo los mantuviera alerta. Se usaba especialmente entre los aviadores, por eso se conoce como el chocolate del aviador (Fliegerschokolade). Hoy es popular por ese consumo de los soldados germanos y también porque sigue siendo un producto igual de peculiar.

Un año después de la fundación de la marca, ya se anunciaba en los Juegos Olímpicos de Berlín en 1936 como un suplemento perfecto para dar más energía a los deportistas. Pronto saltó también al ejército alemán. Sus latas redondas son características y aunque actualmente el chocolate ya viene partido en triángulos dentro de la lata, como si fueran quesitos del trivial pursuit, en la Segunda Guerra Mundial el soldado tenía que partirlo él mismo. Es decir, podía elegir en cierta medida la cantidad de cafeína que ingería.

Piensen que muchas de las misiones aéreas eran nocturnas, y además suponían estar varias horas volando. Por eso, mantenerse despierto era a veces un reto importante y este producto era un antídoto contra ese mal. No sólo por el propio chocolate, que algo haría, sino por la cafeína. Aunque se suele asociar con los aviadores, también se distribuyó este chocolate a los tanquistas y en los submarinos, entre otros.

Todavía se puede comprar, por cierto. Sabiendo todo esto y que era muy utilizado por los aviadores de la Luftwaffe, quizás el verdadero producto que te da alas no es Red Bull, sino Sho-ka-kola. Es más, la marca de bebidas energéticas lanzó un producto similar a Sho-ka-kola, denominado Red Bull Fliegerschokolade. No sólo tenía el mismo formato, aunque menos cafeína, sino que como ven el nombre también recuerda al producto original.

(Enlace a Amazon afiliado)

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El Coliseo, de Keith Hopkins y Mary Beard https://www.curistoria.com/2024/10/el-coliseo-de-keith-hopkins-y-mary-beard.html https://www.curistoria.com/2024/10/el-coliseo-de-keith-hopkins-y-mary-beard.html#respond Sat, 26 Oct 2024 09:29:05 +0000 https://www.curistoria.com/?p=12662 Hay pocos edificios en el mundo tan icónicos como el Coliseo de Roma, y a la vez tan cargados de historia. Ese monumento, inaugurado en el año 80, acumula también mitos en torno a sí mismo y a lo que en él ocurrió. Empezando por los mártires cristianos. Esas falsedades o suposiciones no son más […]

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El Coliseo, de Keith Hopkins y Mary Beard

Hay pocos edificios en el mundo tan icónicos como el Coliseo de Roma, y a la vez tan cargados de historia. Ese monumento, inaugurado en el año 80, acumula también mitos en torno a sí mismo y a lo que en él ocurrió. Empezando por los mártires cristianos. Esas falsedades o suposiciones no son más gracias a que sorprendentemente ha llegado hasta nuestros días. Sobre el Coliseo, sobre su devenir y, por supuesto, sobre la Roma imperial trata el libro El Coliseo, escrito por Keith Hopkins y Mary Beard (afiliado).

El Coliseo, de Keith Hopkins y Mary Beard es una visión de 360 grados de todo lo relacionado con el Coliseo

Decía que es una suerte que haya llegado hasta nosotros porque aunque ha servido de cantera y de edificio para muchas finalidades a lo largo del tiempo, y además se han hecho modificaciones y reconstrucciones en él, hay partes importantes de la época de su fundación que han sobrevivido hasta la época reciente. Esto le ha permitido a los investigadores buscar certezas. Se convierte así en una fuente histórica más, si bien es el propio edificio el centro de muchas de las investigaciones. Una muestra más de que no es una construcción cualquiera.

El libro ofrece una visión de 360 grados sobre el lugar. Por ir de extremo a extremo, va desde su construcción hasta a algunos trucos para visitarlo hoy ahorrándose colas o la mejor forma de ir al baño en la visita. Entre esos extremos hay mucha historia y mil curiosidades. Por ejemplo, las plantas y las semillas que llegaron hasta allí desde otras partes del mundo, los combates de gladiadores o su relación con el cristianismo.

Mary Beard es una de las más populares y reconocidas expertas actuales en Roma. Ha escrito libros, ha hecho documentales, participa en los medios… y todo esto desde la posición que le da ser una experta y una investigadora reputada. Hopkins, fallecido en 2004, era un prestigioso profesor en Historia Antigua en Cambridge. Como supondrán por la fecha del fallecimiento de Hopkins, el libro tiene unas dos décadas, pero se acaba de publicar en castellano en la editorial Crítica.

Una de las virtudes destacadas del libro es su honestidad con las certezas y las especulaciones

El Coliseo está lleno de mitos, y las teorías y afirmaciones históricas en torno a él tienen dudas o contradicciones. El texto no deja de lado esto y en todo un ejercicio de honestidad histórica y de rigor, los autores exponen todas esas dudas y las alternativas. Cuando se habla de las luchas de gladiadores y de este tipo de espectáculos que se celebraban en el Coliseo, se remarcan los hechos que apoyan ciertas teorías, pero también se exponen sus debilidades. La falta de casos o fuentes es un ejemplo habitual, cuando se construye toda una explicación a partir de un caso particular o de tan sólo un autor, esto texto deja claro que es así para que demos a cada idea su peso real. Esto aporta seriedad y valor a cualquier libro de historia. No hay nada que me dé más confianza que un autor que expone sus dudas sobre lo que cuenta.

Este libro de poco más de 200 páginas, traducido por Silvia Furió, me parece perfecto para conocer mejor uno de los edificios más representativos del mundo romano. Parafraseando a las mujeres del baptisterio romano del siglo I: a quién no le va a gusta un Coliseo del siglo I, a quién no le va a gusta un Imperio Romano.

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La NBA nació para llenar el espacio entre los partidos de hockey https://www.curistoria.com/2024/10/la-nba-nacio-para-llenar-el-espacio-entre-los-partidos-de-hockey.html https://www.curistoria.com/2024/10/la-nba-nacio-para-llenar-el-espacio-entre-los-partidos-de-hockey.html#respond Wed, 23 Oct 2024 22:06:39 +0000 https://www.curistoria.com/?p=12659 La NBA, National Basketball Association, es la liga de baloncesto más importante del planeta. Técnicamente fue creada en 1949, con la fusión de dos ligas profesionales que ya existían, pero podríamos decir que comenzó unos años antes. Eso sí, la NBA nació para llenar el espacio entre los partidos de hockey, que dejaban noches sin […]

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La NBA nació para llenar el espacio entre los partidos de hockey

La NBA, National Basketball Association, es la liga de baloncesto más importante del planeta. Técnicamente fue creada en 1949, con la fusión de dos ligas profesionales que ya existían, pero podríamos decir que comenzó unos años antes. Eso sí, la NBA nació para llenar el espacio entre los partidos de hockey, que dejaban noches sin competición y por lo tanto sin forma de ganar dinero en los estadios.

La NBA nació para llenar el espacio entre los partidos de hockey y fue una idea de los propietarios de los estadios

En 1946, recién finalizada la Segunda Guerra Mundial, varios de los propietarios de grandes recintos deportivos se reunieron en Nueva York para resolver un problema que tenían. Fue en junio de ese año y el propietario del Boston Garden, Walter Brown, se planteó cómo ganar más dinero con su instalación. Era un enorme edificio centrado en el hockey sobre hielo, y ese deporte lo llenaba las noches que había partido, pero el resto de los días estaba sin uso. Mal negocio.

Creó entonces la Basketball Association of America, que en 1949, como decía antes, se uniría con la National Basketball League para crear la NBA. La motivación para crear aquella nueva liga de baloncesto profesional era principalmente llenar los estadios los días que no había hockey sobre hielo y así sacar más partido a las instalaciones. Como se puede ver en la web de la NBA, esas primeras temporadas de mediados de los años 40, cuando aún no existía la propia NBA, son consideradas por ellos mismos como parte de su historia.

Poco a poco los partidos ganaron espacio en los periódicos, aunque lejos de otros deportes más populares y a años luz de la difusión actual que tiene la NBA, por supuesto. Eso sí, las entradas para las finales de esa temporada inaugural se agotaron. Por supuesto, el marketing jugó su papel. Por ejemplo, en Toronto se anunció en el periódico que cualquier persona que fuera más alta que George Norstrand, uno de los jugadores del equipo, entraría gratis al partido. Estamos hablando de superar los 203 centímetros.

Todo echó a rodar el 1 de noviembre de 1946, en Nueva York, usando el logo que pueden ver arriba, que es el primer logotipo de la NBA. Los New York Knickerbockers (hace tiempo les conté el origen de los knickerbockers) vencieron a los Toronto Huskies por 68 a 66. Como ven, la liga comenzó con un equipo canadiense en la competición. Y, curiosamente, sin jugadores de color, que no llegarían hasta 1950.

La primera temporada la ganaron los Warriors, que entonces estaban en Filadelfia

Aquella temporada compitieron once equipos: Boston Celtics, Philadelphia Warriors, New York Knickerbockers, Washington Capitols, Providence Steamrollers, Toronto Huskies, Chicago Stags, St. Louis Bombers, Cleveland Rebels, Detroit Falcons y Pittsburgh Ironmen. Sólo tres de aquellos equipos siguen vivos, y mientras que los Celtics y los Knicks mantienen su ciudad, los Warriors cambiaron a San Francisco, donde hoy están los Golden State Warriors.

La primera temporada se la llevaron precisamente los Warriors, derrotando a los Chicago Stags en la final por 4 partidos a 1. La prima que se llevó cada uno de los jugadores ganadores fue de unos 2.000 dólares. Esto serían algo más de 30.000 dólares actuales, lo que está muy por debajo de los salarios y las primas actuales.

Si les interesa la NBA y el baloncesto, quizás quieran conocer la historia del primer triple de la historia de la NBA o Las 13 reglas originales del baloncesto que definió James Naismith.

Fuente de la imagen: 1000logos

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Entrevista a Seb Falk por La luz de la Edad Media https://www.curistoria.com/2024/10/entrevista-a-seb-falk-por-la-luz-de-la-edad-media.html https://www.curistoria.com/2024/10/entrevista-a-seb-falk-por-la-luz-de-la-edad-media.html#comments Sun, 20 Oct 2024 16:23:46 +0000 https://www.curistoria.com/?p=12655 Hace unas semanas leí el interesante libro La luz de la Edad Media, de Seb Falk. Un libro sobre historia y sobre ciencia, que demuestra cómo esa época medieval no fue tan oscura como a veces parece. Centrándose en una abadía inglesa y en uno de sus monjes, allá pero el siglo XIV, Falk salta […]

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Entrevista a Seb Falk por La luz de la Edad Media

Hace unas semanas leí el interesante libro La luz de la Edad Media, de Seb Falk. Un libro sobre historia y sobre ciencia, que demuestra cómo esa época medieval no fue tan oscura como a veces parece. Centrándose en una abadía inglesa y en uno de sus monjes, allá pero el siglo XIV, Falk salta la ciencia a la teología y de la vida diaria a la ingeniería. Por supuesto, salta de esa pequeña abadía a toda la Europa occidental.

El autor, Seb Falk, es un doctor e investigador de la Universidad de Cambridge y ha tenido la amabilidad de responder a algunas preguntas que le hecho llegar. Estas respuestas les ayudarán a conocer mejor esa visión de la Edad Media más cercana a la ciencia de lo que se suele pensar. Personalmente, como verán en alguna pregunta, lo que me ha llamado más la atención es el uso práctico que hacían de la ciencia, construyendo objetos sorprendentes gracias a sus conocimientos de los astros.


[Curistoria] Leyendo el libro llama la atención no sólo lo que podríamos llamar ciencia, sino también su aplicación. Algo casi más cercano a la ingeniería. ¿En qué medida era importante la aplicación práctica frente al puro conocimiento? ¿Ese uso práctico era consecuencia o la causa del estudio?
[Seb Falk] Esta es una pregunta muy interesante. A veces se dice que la ciencia y la tecnología/ingeniería estaban separadas en la Edad Media. Según esta versión, los estudiosos en las universidades estudiaban matemáticas, astronomía y filosofía natural, mientras que los albañiles y los ingenieros trabajaban empíricamente en cosas como los molinos de agua; y solo cuando los académicos y los artesanos se juntaron fue posible la Revolución Científica del siglo XVII. Pero esa es una versión muy simplista. Ciertamente, algunas habilidades matemáticas eran necesarias para construir las grandes catedrales. Y, por supuesto, cuando vemos proyectos como el gran reloj astronómico de St Albans, que aparece en mi libro – seguido por otros relojes en otros lugares – la unión entre ciencia e ingeniería es evidente.
En el ejemplo de las catedrales, las matemáticas estaban al servicio de un objetivo de ingeniería; pero en el ejemplo de los relojes, es al revés: los avances en el diseño de engranajes sirven a los objetivos de demostración y cálculo astronómico. Por lo tanto, el uso práctico puede ser tanto causa como consecuencia, en diferentes casos.

Es obvio que en el siglo XIV, o en la Edad Media en general, había teorías que hoy nos parecen absurdas. Pero lo interesante, y así lo veo yo en el libro, es que no se paraban en que Dios explicara todo, como podríamos esperar, sino que trataban de ir más allá. ¿Ese afán de saber es más importante que las propias conclusiones? ¿Qué opina usted al respecto?
Estoy de acuerdo. Había una especie de sentido en el que el estudio y el rigor intelectual eran objetivos en sí mismos. Esta es una actitud muy monástica, por supuesto: la perseverancia y la contemplación humilde eran parte de la vida monástica. Además, había una cierta modestia sobre la posibilidad de llegar a respuestas perfectas a preguntas sin respuesta. Por supuesto, si podían llegar al conocimiento correcto lo intentaban – y ciertamente no dejaban de hacer preguntas – pero en gran parte de la filosofía natural, el viaje era tan importante como el destino.

En el ámbito del conocimiento se suele aplicar esa famosa frase de que caminamos a hombros de gigantes. ¿Sobre qué gigantes caminaba esa ciencia medieval? Hay muchas referencias a Grecia en el libro, pero ¿Qué peso tuvieron otras influencias y culturas en esa ciencia occidental medieval?
El deseo de aprender de personajes importantes anteriores de todo tipo siempre estuvo presente: eso podía incluir a los griegos, los romanos, los hebreos, indios o babilonios. También aprendieron de culturas contemporáneas como los bizantinos y, especialmente, de las culturas judía y musulmana que encontraron (especialmente en España). Cualquier idea útil era aceptada y adoptada, viniera de donde viniera – esto es el Oro Egipcio que menciono en el libro.

¿En qué medida ese lugar tan privilegiado de Inglaterra, ese monasterio de San Albans, es una muestra de lo que estaba ocurriendo en otros lugares de Europa?
Era un monasterio particularmente grande y rico, pero había otros en Inglaterra a un nivel similar, como en Glastonbury o Canterbury. Y había otros en toda Europa, ya fuera en Reichenau, Monte Cassino o Ripoll. Los monasterios ciertamente eran instituciones ricas y privilegiadas, pero también tenían una importancia científica – como las universidades de hoy son tanto ricas como significativas científicamente. Y luego, por supuesto, después de la fundación de las universidades, estas toman la batuta del estudio y desarrollo científico.

Viendo cómo el cielo y los astros les permitían conocer el tiempo y la localización, e influía en cosas como las mareas, parece normal que al final vieran en los astros influencia para otros ámbitos de la vida. ¿Qué pensaban sobre la situación de nuestro planeta en ese cielo?

No pensaban en sí mismos como viviendo en un planeta en el cielo en absoluto. Nosotros usamos la palabra “tierra” para tanto el suelo como el nombre del planeta; para ellos solo era el nombre del elemento (junto con el agua, el aire y el fuego). Y cuando estaban viviendo en la tierra (el elemento, no La Tierra con mayúscula), no pensaban en ella como el centro del universo, sino como el fondo, porque la tierra era el elemento más pesado y caía hacia abajo. Realmente no era un lugar deseable para estar, ya que estaba lo más lejos posible del Cielo. En algunas obras medievales de lo que podría llamarse «ciencia ficción», las personas viajan lejos hacia los cielos y siempre miran hacia atrás a la tierra y ven cuán pequeña e insignificante se ve desde muy abajo.

La vida monacal tenía un cierto horario y por eso era importante para los religiosos el conocimiento del paso del tiempo. De hecho, el reloj de Wallingford es una maravilla, con ese fin. ¿Fue esa necesidad la que empujó el estudio de los astros o fue al contrario, del estudio de los astros se dieron cuenta de que podían conocer el paso de las horas?
Supongo que es más lo primero de esos – comprender y estudiar el tiempo vino primero, y el deseo de tener una medición del tiempo exacta – y, sobre todo, un calendario preciso – llevó a un estudio intenso de los movimientos del Sol y la Luna. Pero mucho después de haber calculado el tiempo y el calendario con suficiente precisión (para la mayoría de los propósitos), continuaron buscando mayor precisión y exactitud en sus modelos de los movimientos de las estrellas y los planetas. El deseo de mejorar la ciencia parece ser un deseo universal humano, y las personas medievales no eran una excepción.

¿Por qué eligió a John Westwyk como eje central del libro?
Mi principal objetivo en el libro era demostrar cuán impresionantes e interesantes eran las ideas medievales sobre la ciencia y la naturaleza. Mi lector ideal era alguien que ya estaba interesado en la Edad Media, pero que solo había pensado en reyes y reinas y batallas, y nunca había considerado que también estaban interesados en la ciencia. Ese lector podría no estar muy interesado en la ciencia (al menos en Gran Bretaña, todavía hay una gran división entre el estudio de las humanidades y el estudio de la ciencia). Era importante para mí no solo contar a esos lectores cuán impresionante era la ciencia medieval, sino mostrársela – dejar que la vieran y la aprendieran por sí mismos. Por supuesto, en cierto punto se volvería demasiado complicado para el lector – y no quería que se aburrieran. Así que necesitaba una historia. Necesitaba una narrativa para unir todas las diferentes ciencias y mantener a la gente leyendo.
Una biografía es una historia natural. Pero no quería usar la biografía de un gran hombre famoso – demasiadas historias de la ciencia hacen eso. De hecho, la historia de la ciencia es la historia de logros incrementales de personas más o menos ordinarias – no todo son genios. Esto es especialmente cierto en la ciencia medieval: muchas de las personas que la estudiaron y la practicaron eran completamente anónimas. John Westwyk fue una de esas personas ordinarias – sus logros fueron impresionantes, pero no sobresalientes. Su vida, de manera similar, fue más interesante que la de muchos monjes (fue a la cruzada y vivió en al menos cuatro lugares diferentes), pero no era tan inusual. Él era el guía perfecto.


Las siguientes preguntas son comunes a todos los entrevistados en Curistoria

Tres libros que recomendaría.
No estoy seguro de si están disponibles en español, pero The Hanged Man de Robert Bartlett y Cosmos de John North son dos libros sobresalientes, el primero sobre la cultura y el pensamiento medieval, y el segundo sobre la historia de la astronomía y la cosmología. Y una novela simplemente impresionante que captura la atmósfera de los monasterios medievales es El nombre de la rosa de Umberto Eco.

Tres películas que no debe uno perderse.
Generalmente encuentro las películas históricas bastante molestas – siempre tienen inexactitudes. Así que tiendo a elegir aquellas que son deliberadamente anacrónicas o que llevan su tontería con orgullo. Por ejemplo, Robin Hood: El Príncipe de los ladrones es brillantemente entretenida. De manera similar, Los caballeros de la mesa cuadrada y sus locos seguidores se burla de muchas de nuestras ideas preconcebidas sobre la Edad Media. Y una película histórica de un período muy diferente que siempre me ha cautivado por su claustrofobia es Apocalypse Now.

¿Cuál es su rutina, manías, vicios… a la hora de escribir?
¡Mi rutina es muy aburrida! Planifico mi trabajo cuidadosamente y trato de encontrar un lugar lo más tranquilo posible para escribir (¡lo cual es bastante difícil con niños pequeños!). Edito (y vuelvo a editar) lo escrito el día anterior antes de comenzar la siguiente sección. ¡Y obtengo la opinión de la mayor cantidad de personas posible!

Díganos una época, hecho o personaje de la historia que le atraiga especialmente y sobre el que nos recomiende profundizar.
¡La Edad Media, por supuesto! Y las verdaderas personalidades son los objetos y los manuscritos. Intenta visitar un museo (o busca en línea) y verlos por ti mismo.

¿Alguna anécdota con sus libros, viajes, lectores…?
Los encuentros que más disfruto suelen ser en los que estoy demostrando cómo era la ciencia medieval. Por eso llevo conmigo un astrolabio siempre que puedo. La gente siempre se sorprende cuando se da cuenta de lo ingenioso que es, y están muy contentos cuando comienzan a entender cómo funciona. Ha dado lugar a algunas conversaciones muy interesantes con las personas que operan las máquinas de rayos X en los aeropuertos…

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Un sólo hombre escribió una cuarta parte de toda la Enciclopedia https://www.curistoria.com/2024/10/un-solo-hombre-escribio-una-cuarta-parte-de-toda-la-enciclopedia.html https://www.curistoria.com/2024/10/un-solo-hombre-escribio-una-cuarta-parte-de-toda-la-enciclopedia.html#respond Wed, 09 Oct 2024 21:34:25 +0000 https://www.curistoria.com/?p=12651 La Enciclopedia, así escrita, en mayúsculas, se refiere al impresionante proyecto de recopilación de todos los conocimientos que llevaron a cabo los ilustrados. Pero si bien fueron muchos los redactores, un sólo hombre escribió una cuarta parte de toda la Enciclopedia, algo asombroso. Hablamos de unos 18.000 artículos sobre temas muy diferentes. Este hombre era […]

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Un sólo hombre escribió una cuarta parte de toda la Enciclopedia

La Enciclopedia, así escrita, en mayúsculas, se refiere al impresionante proyecto de recopilación de todos los conocimientos que llevaron a cabo los ilustrados. Pero si bien fueron muchos los redactores, un sólo hombre escribió una cuarta parte de toda la Enciclopedia, algo asombroso. Hablamos de unos 18.000 artículos sobre temas muy diferentes. Este hombre era Louis de Jaucourt. Y esto a pesar de lo que le pasó con una obra propia en seis volúmenes, que fue como para colgar la pluma para el resto de la vida.

El nombre completo de la obra era Enciclopedia, o Diccionario razonado de las ciencias, las artes y los oficios (en francés: Encyclopédie, ou Dictionnaire raisonné des sciences, des arts et des métiers). Tardó 21 años en estar completa y participaron en ella más de 140 colaboradores. Se suele asociar con nombres como Denis Diderot y Jean le Rond d’Alembert, que eran algo así como los directores; con Voltaire o con Rousseau. Pero lo cierto es que no fue ninguno de ellos quien se dejó las horas escribiendo miles y miles de artículos.

Un sólo hombre escribió una cuarta parte de toda la Enciclopedia, que tenía aproximadamente 72.000 artículos

Ese reconocimiento se lo debemos dar a Louis de Jaucourt porque su contribución fue realmente espectacular. Aunque se dice que el hombre renacentista es aquel que tiene interés por todo y conocimiento de muchos ámbitos, los de Louis de Jaucourt tuvieron que ser enciclopédicos, valga la absurda redundancia. Digo esto porque si él fue responsable de escribir casi una cuarta parte de la obra, por fuerza su capacidad y sabiduría debían ser un prodigio. Y eso sin el acceso a la información que tenemos en la actualidad gracias a Internet o la información digital.

Este médico y escritor francés nacido en 1704 estudió teología, ciencias naturales y ciencias exactas, entre otras cosas. Fue miembro de las academias de Burdeos, Berlín, Estocolmo, y de la Royal Society de Londres. Hablaba cinco idiomas, además de latín y griego. No es mal currículum, desde luego.

Pero lo que tiene un mérito enorme es que no dejara de escribir después de lo que le pasó con una obra extensísima que escribió antes de dedicarse a la Enciclopedia. Era un tratado de medicina en 6 volúmenes, escrito en latín, que le llevó un par de décadas completar. Hecho esto, lo envió a Ámsterdam para su impresión, para huir de la censura francesa. En el camino el barco que lo transportaba sufrió un accidente y se hundió. Y el manuscrito con él. El único ejemplar que existía. Veinte años de trabajo perdidos.

Entre 17.000 y 18.000 artículos llevaban su firma, de uno total de 72.000

A pesar de este duro golpe acordó con Diderot comenzar a colaborar en la Enciclopedia. Y vaya si colaboró. De los aproximadamente 72.000 artículos que contenía, Louis de Jaucourt redactó entre 17.000 y 18.000 de ellos. Como decía, casi una cuarta parte del total. Asombroso. No sólo por el volumen, sino también por el ritmo. En algunos momento entregaba cuatro artículos diarios, es decir, el sueño de cualquier editor de periódico o revista.

Su compromiso con la publicación fue tan lejos que no sólo entregó su tiempo, sino que llegó a pagar de su bolsillo a personas que le ayudaban en su propósito. Secretarios y copistas que trabajaban con él en ese fin. Por todo esto Louis de Jaucourt se ganó el sobrenombre de El esclavo de la Enciclopedia. Bien ganado, creo yo.

Cuando murió en 1779 dejó su herencia a los pobres, a quienes había estado atendiendo como médico de manera gratuita.

Por cierto, Diderot redactó unos 7.000 textos para la obra, que tampoco es una mala marca.

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El curioso motivo tras la invención de las tiritas https://www.curistoria.com/2024/10/el-curioso-motivo-tras-la-invencion-de-las-tiritas.html https://www.curistoria.com/2024/10/el-curioso-motivo-tras-la-invencion-de-las-tiritas.html#comments Sun, 06 Oct 2024 21:45:10 +0000 https://www.curistoria.com/?p=12647 Seguramente el nombre de Earle Dickson no les diga nada, ni el de su esposa Josephine. Pero estoy convencido de que han usado su invento más de una vez. Yo, sin ir más lejos, lo he usado varias veces esta misma semana. Detrás de ellos dos está el curioso motivo tras la invención de las […]

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El curioso motivo tras la invención de las tiritas

Seguramente el nombre de Earle Dickson no les diga nada, ni el de su esposa Josephine. Pero estoy convencido de que han usado su invento más de una vez. Yo, sin ir más lejos, lo he usado varias veces esta misma semana. Detrás de ellos dos está el curioso motivo tras la invención de las tiritas. Eso sí, como veremos, no fue este hombre el primero en tener la idea.

Earle Dickson nació en 1893 en el sur de Estados Unidos. A los 20 años se casó con Josephine Frances Knight, que era una aplicada cocinera, aunque podríamos aventurar que un poco torpe. Digo esto porque no paraba de cortarse con los cuchillos o con otros utensilios. Las verduras en juliana debían ser su martirio.

El curioso motivo tras la invención de las tiritas tiene que ver con los accidentes en la cocina de una mujer

La cuestión es que cada vez que se cortaba, Josephine se vendaba como podía la herida y el resultado era habitualmente aparatoso, incómodo y poco práctico. Esto hizo pensar a Earle Dickson en una posible solución, y así fue como inventó las tiritas, como las llamamos popularmente en España. Vendas adhesivas las llaman en otros lugares.

Lo que hizo el señor Dickson fue pegar un trocito de gasa estéril en el centro de una tira de cinta quirúrgica adhesiva, y proteger esa parte adhesiva con otro material para evitar que se pegara, al menos que se retirara esa protección. Enrolló la cinta con la gasa sobre sí misma creando un rulo y se lo dio a su esposa. Ahora, cuando se cortara, sólo tendría que desenrollar un poco de cinta, cortarla y pegársela sobre la herida para que la gasa la protegiera. Sencillo y práctico.

Tan sencillo y práctico era que acabó siendo un éxito rotundo, como bien sabemos todos, aunque no fue inmediato. Dickson trabajaba como comprador de algodón para Johnson & Johnson. Esta empresa fabricaba, entre otras cosas, vendajes de algodón y gasas para los hospitales y los médicos. Cuando Dickson comentó a sus compañeros el invento de las tiritas, estos le animaron a presentárselo a los jefes. Así lo hizo, y por si las palabras se quedaban cortas les mostró un uso práctico del invento. Los gerentes de Johnson & Johnson quedaron convencidos.

El marketing fue clave para que se popularizara, y para ello usaron a los Boy Scout

El arranque no fue del todo exitoso, probablemente por la presentación del producto, que era poco práctica en sus medidas. Además, era un producto nuevo y había que darlo a conocer. Y eso hicieron. En una audaz acción de marketing, Johnson & Johnson regaló sus tiritas a los Boy Scouts de todo el país para que las usaran. Si una señora en la cocina es posible que se haga una herida, unos niños en la naturaleza es más que probable que se acaben haciendo un rasguño o cayéndose. Los tipos de Johnson & Johnson acertaron de pleno y el uso se extendió rápidamente gracias a lo útiles que resultaron las tiritas para los muchachos de los Boy Scout.

Además, cambiaron el formato ofreciendo otras dimensiones, lo que acabó por rematar el éxito. Esto era en torno a 1924. Por supuesto Dickson fue ascendido en la empresa, ya que les había regalado una fuente de negocio maravillosa. Llegó a ser directivo de Johnson & Johnson.

Ha pasado un siglo, y sigue siendo un elemento muy útil en cualquier casa y en cualquier bolso o mochila. Nunca sabes cuándo te va a venir bien una tirita. Por supuesto, han ido mejorando, pero la idea y el formato no han cambiado mucho desde que lo diseñó Earle Dickson para ayudar a su esposa. En España a este producto se le llama tiritas porque ese fue el nombre comercial que el empresario Gerardo Coll le dio en 1954. Un caso claro en el que la marca comercial ha pasado al lenguaje popular, como los kleenex. Estuvieron en la Segunda Guerra Mundial y han llegado hasta a la luna, porque iba en el botiquín del vehículo que se posó en la superficie en la misión del Apolo 11.

Dicho todo esto, no fue Dickson el primero en tener la idea. El alemán Paul Beiersdorf, fundador de Beiersdorf AG, había inventado y patentado ya en 1882 un producto similar. Aquel invento fue casi el comienzo de la empresa, que hoy sigue viva y es un gigante con unos 20.000 empleados. Eso sí, el fundador vendió la empresa en 1890, aunque esta mantiene su apellido en el nombre. La verdad, no sé si Dickson conocía el producto de Beiersdorf cuando se le ocurrió su idea, pero es posible que por su trabajo y el momento, llegara al mismo punto al que había llegado el alemán sin saber que este ya había inventado las vendas adhesivas.

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