Hace unas semanas que se publicó el libro La guerra de las trincheras, escrito por el joven historiador español Ismael López. Estoy convencido de que, sin saber el subtítulo de la obra, con toda probabilidad habrán pensado la mayoría de ustedes en la Primera Guerra Mundial, donde las trincheras fueron el entorno de combate por antonomasia. Acertarían. El subtítulo de la obra es El frente occidental en la Primera Guerra Mundial.
Dentro de este marco, el frente occidental en la Gran Guerra, este extenso texto cercano a las 1.000 páginas es detalladísimo y completo. Es una obra en gran medida de historia militar, aunque en su afán por ofrecer una visión lo más completa posible del tema, alcanza también la política, la sociedad, la economía… y, cómo no, la vida de los soldados.
Ensayos sobre el frente occidental de la Primera Guerra Mundial hay muchísimos, y muy interesantes. Pero creo que este se puede tomar como la guía ideal para conocer en detalle y de manera cronológica esa parte nuclear y esencial del conflicto. Hacía mucho tiempo que no me embarcaba en un libro tan global como este sobre la Gran Guerra, y he pensado durante la lectura que es importante hacerlo para construir una buena base de conocimiento, unos anaqueles mentales en los que luego nos permitan ir situando otras historias y lecturas en el sitio adecuado. No en vano, hay muchas biografías, novelas, arte de todo tipo y películas, que tienen estos cuatro años críticos de Europa como escenario o como base y que no se entienden bien sin conocer esta guerra.
En este sentido, al estar escrito en su mayor parte siguiendo la cronología, estoy convencido de que volveré a este libro en el futuro como referencia para repasar momentos de la guerra o a ciertas batallas. Esta guerra del 14 cambió la forma de combatir y sin ella no se entiende gran parte de las cosas que ocurrieron en Europa en los años 20 y 30, no se pueden explicar ciertos cambios sociales, ni se comprende bien la Segunda Guerra Mundial. Al fin y al cabo, como dijo el mariscal francés Ferdinand Foch en 1919, el Tratado de Versalles no fue más que un armisticio para 20 años.
A los más aficionados a la pura parte militar, los dejará satisfechos, porque hay armas, calibres y movimientos de tropas. Pero a los que nos gusta más si cabe, como es mi caso, todo lo que rodea a la guerra y no es la pura batalla, el libro nos sirve por duplicado. Para conocer esa parte militar, sin la que no tiene sentido el resto, pero también para comprender cómo se tomaron ciertas decisiones, cómo se innovó en armas y tácticas de guerra, el desastre que supuso el estancamiento del frente, cómo reacción la sociedad en la retaguardia…
La edición es otro punto que hay que destacar y que agradecer. Editado por Ático de los libros en pasta dura, o cartoné, está salpicado de mapas y fotos que sirven de consulta rápida, especialmente los primeros, para la lectura.
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