María la Bailadora, la mujer soldado que combatió en Lepanto

El 7 de octubre de 1571 tuvo lugar la batalla de Lepanto. De un lado, la Liga Santa con los españoles, los venecianos y otro puñado de cristianos. Del otro, el Imperio Otomano. De entre los más de 150.000 combatientes, hoy vamos a hablar de un caso extraordinario, el de María la Bailadora, la mujer soldado que combatió en Lepanto, siendo con toda probabilidad la única mujer que había en la lucha.

María la Bailadora, la mujer soldado que combatió en Lepanto, demostró tener valentía y una magnífica puntería

Esta mujer granadina aparece en las crónicas de la batalla, en la que tomó parte haciéndose pasar por un hombre. Fue un caso anterior, y con ciertas semejanzas, al de la conocida como monja alférez, Catalina de Erauso, que nació unos años después. De la vida de María la Bailadora se conocen pocos detalles, como es normal, pero parece que se enroló como soldado para disfrutar de aventuras y para buscar una mejor vida. Algo que, por otra parte, era un motivo muy habitual para sumarse los tercios como soldado. Lo de buscar una mejor vida, digo. Se hizo pasar por un hombre, cambiando su ropa y su aspecto, y así llegó hasta la batalla de Lepanto. También hay quien dice que se metió en el para estar cerca de su amante.

En un libro que publicó el soldado Marco Antonio Arroyo, pocos años después de haber participado en la lucha en Lepanto, hablaba de ella. Afirmaba que esa mujer había combatido como arcabucera en el tercio de Lope de Figueroa y que «a muchos turcos costó la vida”, llegando incluso a matar a alguno a cuchilladas en el cuerpo a cuerpo. María estuvo en la batalla nada menos que a bordo del Real, la enorme galera en la que iba don Juan de Austria y que era el buque insignia del bando católico.

Es cierto que hay dudas sobre cuántos sabía que aquel soldado era una mujer

Don Juan de Austria, el que fue troceado tras morir para traerlo a España, había dado orden de no embarcar mujeres ni gente inútil en los barcos que iban a la batalla. Algo habitual y con bastante sentido común. Pero cuando María la Bailadora fue descubierta, ya se había ganado el respeto de sus compañeros soldados. Se dice que cuando el propio don Juan de Austria supo que era una mujer, puso a un lado las normas y la reconoció como soldado, en base al comportamiento que había tenido contra los enemigos.

Por supuesto, hay quien opina que es imposible que, conviviendo embarcados con ella, sus compañeros no supieran que era una mujer. Pero, quién sabe. Tenemos en la historia casos extremos de espías que se hicieron pasar por personas del sexo opuesto y llegaron incluso a convivir amorosamente, ya me entienden, con el espiado.

Eso sí, tras la batalla, María fue licenciada, es decir, mandada a casa. Aunque con la paga de arcabucero de por vida. Una vez pasado aquel momento de la batalla, que es lo que la ha traído hoy a Curistoria, la vida de María se volvió tan anónima como lo había sido hasta esos días de Lepanto.

8 comentarios en “María la Bailadora, la mujer soldado que combatió en Lepanto”

  1. José Gregorio Piña T.

    Extraordinaria historia, sea o no cierta. Pregunto: si se le dio la licencia luego de la batalla, pero «con la paga de arcabucero de por vida» ¿existen documentos oficiales de dichas decisiones donde se registre su condición de mujer?. La Armada, necesariamente, debía justificar ese pago y documentarlo; y debía haber una plena identificación, nombre completo incluido, para efectuar la erogaciones. Se puede entender que cuando se enroló hubiera habido falta de control, pero no así luego, si damos por veraz el relato como nos ha sido dicho. Saludos.

    1. José Gregorio, por lo que he podido leer en algún lugar, los propios mandos ocultaron o enmascararon esos pagos para que no se hiciera oficial que iban a una mujer.
      Como decía en el texto, poco se sabe del antes y del después, y no mucho de la propia batalla.
      Saludos.

      1. José Gregorio Piña T.

        Ese es uno de los «detalles» que hacen dudosa la historia; así como el hecho de que todas las referencias llevan a una única fuente: el libro del soldado Marco Antonio Arroyo, obra sin rigurosidad ni referencias documentadas. Tal vez, como ha sido dicho, la tal «María» era la amante del susodicho.
        En mi otro comentario cito, para contrastar, los casos documentados de otras mujeres españolas contemporáneas de la presunta «María», de las que sí está demostrado que fueron integrantes de la Armada española de esos tiempos, con títulos y grados documentados. En el caso de la sargento Souto, para que pudiera recibir su pensión luego de licenciada, mediaron dos decretos reales bien documentados.
        Es muy poco probable que a «María» le pudieran haber pagado una pensión similar sin trámite semejante. Desde Felipe II, son muy conocidos los controles y registros administrativos del Reino de España; incluyendo la administración de las provincias de Ultramar; podía ser tardía la burocracia, dadas las distancias y la precaria tecnología; pero el control y la norma te alcanzaba finalmente; hasta el Almirante Colón lo sufrió en carne propia.
        Y, si supuestamente Don Juan de Austria aprobó el desempeño y carácter de «María», hay que recordar que él era hermano del Rey Felipe II y la persona más influyente del Reino. Y agrego que si en los casos de mujeres españolas de esa misma época, con circunstancias similares, no hubo problema en el reconocimiento público oficial, ¿por qué en el presunto caso de «María» no fue así?. Todo este comentario no es una crítica contra tu persona; sino contra la supuesta historia que tú simplemente refieres. Saludos.

        1. Entiendo tu punto de vista y lo comparto en gran medida. Pero también es cierto que dado el tiempo y las fuentes, para una historia tan marginal como la de María, creo que no podemos concluir si fue realidad, leyenda o un poco de ambas.
          Saludos.

          1. José Gregorio Piña T.

            Claro, claro. La historia es «marginal» como dices por la falta de documentación. Las historias de Souto o Barreto de Castro no son más o menos «marginales»; pero son aceptadas porque sí están documentadas. De haber documentos, que sí es posible que los haya; es claro que ni tú ni yo podemos ir más allá, pero un historiador o una historiadora sí podría buscar en los archivos y registros militares y administrativos; como se hizo en los otros casos ya citados.
            Una de dos: o esa investigación no ha sido realizada por la la percepción de que no es cierta; o es considerada «marginal», aunque sea muy similar a la de la sargento Souto.
            Saludos

  2. José Gregorio Piña T.

    Y hago el comentario, porque además del caso de Catalina de Erauso, están bien documentadas en España las historias de Ana María de Souto, quien llegó a ser licenciada como sargento y pensionada de por vida por el Rey Carlos IV; e Isabel Barreto de Castro, primera mujer Almirante en la historia mundial, en el siglo XVI.

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