Las medallas del Nobel que sobrevivieron milagrosamente a la Segunda Guerra Mundial

Las medallas del Nobel que sobrevivieron milagrosamente a la Segunda Guerra Mundial
Las medallas del Nobel que sobrevivieron milagrosamente a la Segunda Guerra Mundial

En la época nazi, había un buen puñado de cuestiones que podían generarte problemas serios con el poder. Y problemas serios es un eufemismo, lo asumo. Ser judío, como todos sabemos, era la principal. Pero también sacar oro del país, por ejemplo. Un par de físicos alemanes tuvieron problemas por el oro de sus medallas del Premio Nobel. Pero esta historia sobre las medallas del Nobel que sobrevivieron milagrosamente a la Segunda Guerra Mundial es sorprendente.

La medallas del Nobel que sobrevivieron milagrosamente a la Segunda Guerra Mundial eran de von Laue y Franck, judíos y alemanes, que las habían enviado a Bohr para que no se las confiscaran

Max von Laue, judío y alemán, ganó el Premio Nobel de Física en 1914. James Franck lo hizo en 1925, siendo también alemán y judío. Niels Bohr, que no era alemán sino danés, completa el trío de personajes de esta historia. Él ganó el Premio Nobel, también de física, en 1922. Y como veremos, fue el único de los tres que acabó perdiendo su medalla. Recuerden, si les interesa el teama, la entrada sobre Maud Ray Kent, el falso aviso de Bohr sobre los nazis y la bomba atómica.

Bohr dirigía el Instituto de Física Teórica en Copenhague y desde allí trataba de ayudar a sus colegas alemanes en problemas con el nazismo. En 1933 Max von Laue y James Franck enviaron sus medallas del Nobel, que eran de oro, al instituto de Bohr para evitar así que sea las confiscaran los nazis. Allí estuvieron a salvo unos años, hasta que en 1940 Dinamarca fue ocupada por los alemanes, ya en la Segunda Guerra Mundial.

Aquello era un problema, porque si los nazis daban con las medallas de von Laue y Franck, no sólo las confiscarían, sino que estos podían tener problemas adicionales por haber sacado oro de Alemania sin autorización. Las medallas del Nobel, por cierto, tienen grabado el nombre del premiado, así que era obvio que iban a saber a quién pertenecían en cuanto las encontraran. Esconderlas era complicado y arriesgado, porque sabiendo que Bohr había ayudado a colegas judíos, los nazis visitarían su instituto con toda seguridad.

Las medallas fueron disueltas y dejadas en una estantería, en cierta media, a la vista de todos

Lo que hicieron entonces en el instituto fue disolver las medallas para evitar así cualquier problema. De esto se encargó George de Hevesy, que trabajaba en la entidad danesa y que sería también Premio Nobel en 1943, en este caso de química. Según sus propias palabras, mientras las tropas alemanas desfilaban por las calles de Copenhague, él se dedicaba a hacer desaparecer las medallas. No fue una tarea sencilla y le costó cierto trabajo trabajando contrarreloj.

Por supuesto, los nazis ocuparon y registraron el centro de investigación de Bohr, donde habían estado las medallas de los alemanes. Y, de hecho, allí seguían estando, pero disueltas en un tarro que ahora tenía un líquido marrón. De Hevesy las disolvió en agua regia y dejó la disolución en una estantería del instituto. Como se suele decir, no hay nada mejor para esconder algo que dejarlo a la vista de todos y así fue en este caso, al menos en cierta medida.

Por cierto, el agua regia es una mezcla de tres partes de ácido clorhídrico y una parte de ácido nítrico. El oro es muy estable y no se disuelve en casi nada, salvo en esta mezcla.

Pasada la guerra se refundió el oro con la forma de las medallas originales, pero en cambio Bohr no recuperó su medalla del Nobel, que había subastado

Pasada la guerra, se recuperó de la disolución el oro de las medallas originales de von Laue y Franck, que milagrosamente sobrevivió a toda la guerra. Tras ello, fue entregado a la Real Academia Sueca de Ciencias, que entrega el Premio Nobel, para que se volvieran a hacer las medallas. Se fundió de nuevo el oro y se le dio la forma de la medalla, como si fueran las originales. Al menos el oro seguía siendo el mismo. Y las medallas volvieron a sus dueños, ya en los años 50.

Franck y von Laue recuperaron sus medallas, pero curiosamente Bohr perdió la suya durante la guerra. Bueno, perderla no es la mejor forma de expresarlo, quizás deberíamos decir que ganó con su medalla. Ganó porque Bohr subastó su medalla con un buen fin, como también hizo otro nobel danés, August Krogh, ganador del Premio en la categoría de medicina. Ambos hicieron esa subasta en 1940 para obtener financiación para el Fondo de Ayuda Finlandés. Las medallas de Bohr y Krogh fueron compradas por una persona anónima que las acabó donando a un museo danés, donde aún se conservan.

La imagen que acompaña la entrada corresponde a una cena dada por von Laue en Berlín en noviembre de 1931. Von Laue es el que está en el extremo de la derecha. Me parece apropiada la foto porque parece que Walther Nernst, el de la izquierda del todo y premio Nobel de Química en 1920, esté contando una historia como esta a sus compañeros. Estos compañeros son, por orden de izquierda a derecha: Albert Einstein (Premio Nobel de Física en 1921), Max Planck (Premio Nobel de Física en 1918), Robert Andrews Millikan (Premio Nobel de Física en 1923) y el ya mencionado Max von Laue (Premio Nobel de Física en 1914). No es mala alineación.

1 comentario en “Las medallas del Nobel que sobrevivieron milagrosamente a la Segunda Guerra Mundial”

  1. José Gregorio Piña T.

    Sobre el tema de esconder algo a la vista; ya en una entrada anterior te comentaba y recomendaba el cuento «The purloined letter» de Edgar Allan Poe.

    Lo mejor de esta historia de las medallas es su final feliz, ya que ambos físicos no sólo sobrevivieron al régimen nazi, sino que tuvieron larga vida y pudieron recibir en persona de nuevo sus respectivas medallas.

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