Hay dragones, la guerra contra el Estado Islámico en primera persona

Hay dragones, de Miguel Gutiérrez-Garitano

El otro día hice un viaje en autobús y, como siempre, saqué mi libro para leer durante ese tiempo. Mi compañero de asiento era un tipo con barba y boina, más o menos de mi misma edad. Un comentario sobre lo que estaba leyendo y otro sobre si viajaba mucho nos abrieron pie a charlar.

Sobre la guerra me contó que él sabía de primera mano que había dragones en la guerra. Y no por los libros, como yo, sino porque había visto lo que dejan tras de sí esos dragones y hasta se había movido entre ellos. Parafraseando a DiCaprio en Django, hasta entonces tenía mi curiosidad, ahora tenía mi atención. Nos presentamos un poco más formalmente y comenzamos a hablar.

El tipo se llamaba Miguel Gutiérrez-Garitano y era de Vitoria, lo que tenía algo que ver, al parecer, con su boina. Siguiendo con la guerra, me contó que había vivido de cerca la lucha contra el Estados Islámico, no como soldado, pero sí junto a los soldados. Comenzó contándome su viaje por Siria e Irak cuando el Estado Islámico se había hecho con un enorme trozo del mapa de Oriente Próximo, y se combatía contra él.

Militares, voluntarios, buscavidas, refugiados… de todo sale cuando se agita el avispero

Me contó que, como escritor, se había plantado allí y había movido hilos y echado valor aquí y allí para estar con las tropas kurdas que mantenían a raya la frontera con el horror. Me contó historias de soldados, de voluntarios que luchaban contra el Estado Islámico por diferentes motivos, de refugiados de camino a Europa, de tipos que se ganan la vida como pueden y que tienen alguna esperanza, de cristianos que abandonaron sus vidas en unos minutos y hoy malviven en campos de refugiados…

Y claro, cuando esto te lo cuenta un tipo que estuvo allí hace cuatro días, como quien dice, y te va explicando lo más terrible del ser humano con anécdotas más mundanas, te atrapa. Y te preguntas cómo narices pueden ocurrir todavía cosas así en este mundo y a tiro de piedra de Europa.

Pero luego vino lo grande. A medida que fue ganando confianza en la charla y vio mi interés, me explicó que, tras volver a España, le picó el gusanillo de nuevo y retornó a la guerra. Esta vez, directamente a la guerra, a donde los dragones no son sólo un rastro, sino que están echando llamaradas a todo pulmón. El tipo este, Miguel, se plantó en Mosul en 2016, cuando la División Dorada y otras fuerzas de élite, principalmente iraquíes, combatían casa a casa por la ciudad.

Como en Black Hawk derribado, una pelea contra coches bomba, francotiradores, trampas de todo tipo… contada desde la primera fila. Gracias al Real Madrid, me contó, acabó acompañando a los soldados. Un par de veces su inconsciencia (por si ya fuera poca inconsciencia irse a la guerra para luego contarla), le estuvo a punto de costar la vida. En una de ellas se quedó sólo tras la marcha de todos los demás y tuvo que correr por las calles de una ciudad en guerra. En otra, un soldado le advirtió que, si daba un paso más, moriría. Iba a cruzar una esquina y había un francotirador esperando.

A la vez que me iba contando la guerra, trazaba su día a día, acabando en los míticos locales y hoteles para corresponsales y occidentales que hay en los lugares en guerra, donde se bebe y se cuentan cosas. Y lo que contaba de la guerra no eran sólo combates, sino también la historia de un voluntario que salva vidas en un punto sanitario improvisado. La muerte de civiles, niños que juegan a la guerra y sonríen entre el horror, miles de personas esclavizadas, literalmente, u hombres que le abrazaban cuando estaban los militares, pero que a ciencia cierta lo matarían en un descuido. Terrible e impresionante.

Un viaje a la guerra contra el Estado Islámico

Qué suerte, pensará alguno, coincidir en un viaje con un tipo como Miguel, que tenga tantas cosas impresionantes que contar de primera mano. Aunque esas cosas sean, no lo duden, el horror absoluto. Bien, pues fue una suerte, pero no ocurrió del todo así.

No me lo contó Miguel con su voz, sentando a mi lado en un autobús. Pero si me lo ha narrado con sus palabras, porque les estoy hablando en realidad de un libro que acabo de leer, escrito por Miguel Gutiérrez-Garitano y titulado Hay dragones (editorial Serendipia). Lo demás es cierto. Es un libro que se siente así, como si un conocido te contara sus peripecias, lo que vio y cómo fue su experiencia tras viajar al otro lado de la línea.

A menudo leemos este tipo de crónicas en los periódicos, pero con un enfoque muy diferente, más frío e informativo. Este libro de viajes aúna periodismo, visión personal, anécdotas, personas, el mal y la guerra. Todo en uno. Nos deja claro que, efectivamente, hay dragones, y que lamentablemente no están escondidos en el fondo del océano. Están entre nosotros y si se despiertan, de la noche al día la vida de millones de personas cambia, y no para mejor.

Sinceramente, este viaje metafórico, no en autobús, a la guerra contra el Estado Islámico con Miguel Gutiérrez-Garitano merece la pena. Admiro que haya gente así en el mundo. Por dos cosas, por el valor que tienen, y porque van a allí y nos lo cuentan.

2 comentarios en “Hay dragones, la guerra contra el Estado Islámico en primera persona”

  1. JOSE LORENZO SERAFIN VIDAL

    Hola Manu.

    Me ha gustado mucho la entrada, como si me la estuvieses contando mientras comemos en algún bar o restaurante donde alguna vez hemos estado hablando…

    1. Gracias, amigo, celebro que te haya gustado. La verdad es que tendríamos que buscar una oportunidad para repetir alguna de esas comidas o cañas.
      Un abrazo.

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