Existen muchos tipos de censura, desde la autocensura preventiva por prudencia o miedo, a la censura externa sobre una obra acabada. Entre esos dos extremos se coloca el código Hays que censuró las películas de Hollywood durante décadas. En ese código se establecían una serie enorme de reglas controlando lo que podía aparecer o no aparecer en las películas.
El código Hays que censuró las películas de Hollywood durante décadas era extenso y llegaba un nivel de detalle sorprendente
El código era una serie de reglas a cumplir, tan sencillo como eso. Tan complicado como eso y tan cruel como eso, desde un punto de vista artístico. En un tiempo en que los estudios gobernaban el mundo del cine y el cine gobernaba gran parte de la cultura popular, no es extraño que lo que se veían en las pantallas fuera un objetivo para los defensores de la moral.
Entre 1934 y 1968, tres décadas largas de arte, el código Hays estuvo presente. Su nombre oficial era en realidad Motion Picture Production Code, algo así como Código para la Producción de Películas. Pero tomó su apodo de William H. Hays, que era presidente de la Asociación de Productores y Distribuidores Cinematográficos de Estados Unidos, además de miembro del partido Republicano.
Después de varios escándalos y de muchas quejas de grupos conservadores y religiosos contra el mundo del cine, en 1930 se presentó el código, si bien no entró en funcionamiento real hasta 4 años después. ¿Qué prohibía el código? En su enorme longitud, censuraba muchas cosas, con el sexo como uno de los demonios a extinguir, como era de esperar. Pero también el crimen demasiado explícito o determinadas referencias a la religión. Por ejemplo, no se podía ridiculizar a los sacerdotes o blasfemar en pantalla, y tampoco estaba permitido usar palabras como Dios o Jesucristo, si no era con respeto y dentro de un ámbito religioso.
Las mujeres en la cama tenían que apoyar siempre un pie en el suelo y no podían darse besos estando echados
Que prohibiera escenas sexuales era de esperar. Pero también estaba vetado el adulterio, el desnudo, las relaciones interraciales, las imágenes de partos, la homosexualidad… Incluso las escenas apasionadas debían estar totalmente justificadas por el guion.
A parte de esto, los criminales no podían ser los héroes de la película. Esto es, los malos no podían ser los buenos. Los métodos que usaban no podían exponerse con claridad, para no dar ideas, supongo. Tampoco podía haber drogas. ¿Les parece un atraso? Pues recuerden que andan por ahí quitando los cigarros de las escenas del cine clásico o diciendo que es cine para adultos. Tan bobos somos hoy como entonces.
Como les decía, el código era muy extenso y llegaba a detalles asombrosos. Por ejemplo, la mujer, en cualquier escena de amor en la cama, debía tener al menos un pie en el suelo. Además, no podía haber besos estando los actores tumbados. Esto complicaba mucho las escenas de cama. Por otra parte, la bandera de Estados Unidos siempre tenía que se tratada con respeto.
Al final el negocio y el dinero dieron la puntilla al código Hays
Ni siquiera los dibujos animados se libraron de la censura del código Hays. En la imagen del comienzo de la entrada pueden ver a Betty Boop antes y después de la censura del código. Es obvio que el largo de la falda eran un problema y fue alargado hasta las rodillas.
Aunque se anuló definitivamente en 1968, el código Hays fue teniendo menos fuerza desde los años 50. Varios fueron los motivos, como la pérdida de peso de los estudios, alguna decisión judicial y, cómo no, el dinero. En 1959 la película Con faldas y a lo loco fue un éxito, con unos travestis como protagonistas. Y claro, un éxito y el dinero que conlleva, ablanda cualquier norma.
Ya hablamos en algún otro momento, por cierto, de los problemas de Alfred Hitchcock con el FBI, que tiene mucho que ver también con la censura. No crean que en España estábamos libre de esto, como bien es sabido: Censurando en directo o pintando camisetas.