El Concilio Cadavérico que desenterró al papa Formoso para juzgarle

El Concilio Cadavérico que desenterró al papa Formoso para juzgarle

No debería sorprender a un cristiano ser juzgado después de la muerte. Mucho menos a un papa, por tanto. Pero lo que sí sorprende es que juzguen en este mundo a un papa muerto, y que lo hagan de cuerpo presente, o al menos de los restos del cuerpo presentes. Este fue el caso que se conoce como el Concilio Cadavérico en el que se desenterró al papa Formoso para juzgarle sentado en su silla papal de nuevo.

El papa Formoso lo fue entre el año 891 y el 896, año en el que murió, tras 8 décadas de vida. Cuando dejó este mundo de vivos, su lugar lo ocupó el papa Bonifacio VI. El pobre Bonifacio no estuvo mucho tiempo en el trono papal, porque accedió a él a comienzos de abril del 896 y dos semanas después, fallecía. Es uno de los papadas más cortos de la historia. Esto hizo que Esteban VI fuera el tercer papa que hubo en aquel año 896.

La damnatio memoriae contra Formoso es uno de los hechos más sorprendentes de la historia del papado

El papado de Formoso había estado embadurnado de ciertas polémicas derivadas de su apoyo a Lamberto de Spoleto como sucesor del reino de Italia y del imperio carolingio. El propio papa coronó a Lamberto como heredero, pero en realidad no era partidario suyo. Tanto es así que tan pronto como Lamberto de Spoleto se hizo con el poder, el papa Formoso recurrió al rey alemán Arnulfo de Carintia para que entrara en Roma y expulsara a los Spoleto.

Los alemanes triunfaron y Formoso coronó a un nuevo emperador en Roma, a Arnulfo. Esto ocurrió en febrero del 896, y dos meses después, el papa Formoso dejaba este mundo. Temporalmente.

Como ya hemos dicho, después de Formoso llegó Bonifacio VI, que no llegó ni a calentar el trono papal antes de morir, dejando paso a Esteban VI. Este último consiguió sentarse en la silla de Pedro gracias al apoyo de Lamberto de Spoleto, quien había sido expulsado de Roma por las intrigas de Formoso. Los Spoleto consiguieron entonces cobrarse su venganza al abrir un proceso contra el ya difundo Formoso.

Esteban VI ordenó exhumar a Formoso, que llevaba 9 meses muerto y enterrado, y lo volvió a sentar en la silla papal para someterlo a juicio. En este juicio Formoso era papa, aunque muerto y en descomposición, por lo que se le vistió como tal. También se le sentó en la silla papal. Al parecer, el hedor era insoportable.

Estas intrigas no eran extrañas, como demuestra el caso de Juan XXIII, el papa cuyo nombre fue borrado.

El Concilio Cadavérico en el que se desenterró al papa Formoso para juzgarle fue sólo el comienzo de su vida post mortem

Por supuesto, en el concilio que se hizo como juicio, Formoso fue declarado culpable. Se consideró que había llegado al papado de manera tramposa y se anuló su elección como papa, ocurrida unos 6 años antes. Se anularon igualmente todas las decisiones relevantes de su papado. Y entonces, sólo entonces y por no ser ya digno de ellas, se le quitaron al cadáver las lujosas ropas papales.

No acaban aquí las aventuras post mortem de Formoso, ya que después de aquello fue enterrado fuera de cualquier relación con el papado. Pero no mucho más tarde fue restituido su honor por un nuevo cambio de papa en Roma y sus restos volvieron a la que entonces era Basílica de San Pedro. En el 904, otro nuevo papa anuló las decisiones anteriores y Formoso fue de nuevo juzgado. Por supuesto, otra vez se le castigó como culpable y esta vez ese castigo fue arrojar sus restos al río Tíber.

Hoy los restos de Formoso están en el Vaticano. Se dice que un pescador los rescató del río o que fue el propio río el que dejó los restos en la orilla. En resumen: lo enterraron, lo exhumaron y juzgaron, lo enterraron lejos del Vaticano, volvió al Vaticano, lo volvieron a juzgar, lo sacaron de la tumba y lo tiraron al río, y al final volvió al Vaticano. Todo esto después de muerto. En mi opinión, vaya usted a saber si es Formoso el que está enterrado en el Vaticano después de tantas idas y venidas.

¿Es el Papa infalible? Puede serlo, pero sólo lo ha sido una vez, según parece. Y en este caso de Formoso y sus sucesores alguno, por fuerza, tuvo que errar.

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