Los pueblos Potemkin, la leyenda de los pueblos falsos

Los pueblos Potemkin, la leyenda de los pueblos falsos

En el año 1953 Luis García Berlanga realizaba su primera película como director único. Dos años antes había rodado otra, Esa pareja feliz, pero en ella codirigía con Juan Antonio Bardem. Aquella primera película en la que estuvo sólo a los mandos no fue otra que la maravillosa Bienvenido Mr. Marshall. En ella tenemos un ejemplo perfecto de lo que es un pueblo Potemkin. Por cierto, Berlanga mencionaba siempre en sus películas el imperio Austrohúngaro, de un modo u otro. Pero los pueblos Potemkin, la leyenda de los pueblos falsos, tiene que ver con Crimea.

Los pueblos Potemkin, la leyenda de los pueblos falsos, nació en Crimea en el siglo XVIII

Los que hayan visto Bienvenido Mr. Marshall recordarán como el pueblo de Villar del Río se engalana para recibir a los americanos. El lugar disfraza su aspecto castellano para pasar por un lugar típico andaluz, con flamencos y jóvenes vestidos de corto rondando a las muchachas que están tras rejas. Rejas de ventanas que en realidad son un gran trampantojo. Bien, pues eso exactamente es un pueblo Potemkin.

Toda esta historia se debe a una leyenda en torno a Grigori Potemkin, un político y militar ruso del siglo XVIII. Entre su méritos y cargos militares y políticos están haber combatido en alguna guerra o ser gobernador de Ucrania. Además, fue amante de Catalina II de Rusia. Esto último ya nos da una idea de que era un hombre dado a manejarse bien por los tejemanejes de la corte. Y ahí uno se gana tantos enemigos como amigos.

En el año 1783, la reina Catalina viajó a Crimea para conocer las nuevas posesiones rusas en la zona. Potemkin, dispuesto a mostrar la mejor cara posible de la zona, forró las calles de algunos pueblos con fachadas de cartón. Igual que hicieron en el Villar del Río de Berlanga. Los habitantes de la zona también fueron vestidos más lustrosamente para la ocasión y hasta se desplazaron poblaciones enteras para mostrar una región más boyante. Además de esto, organizó desfiles, fuegos artificiales…

Todo es una leyenda, pero el pobre Potemkin carga con el sambenito

El objetivo era mostrar una imagen mejor de la real. Que la reina viera progreso y pueblos más bonitos. Que la reina viera menos hambre y nada de gente pobre. Todo irreal y ficticio. Todo era falso. Los pueblos eran de mentira, eran pueblos Potemkin. Pero lo cierto es que esta historia merece una aclaración. Y yo, como autor de esto que soy, esa aclaración que merece, se la voy dar.

Ya les he dicho que esta historia que da origen a la idea de los pueblos Potemkin es una leyenda que alguien inventó para hacerle mal a Grigori Potemkin. Ya les advertía de que moverse por la corte trae amigos que no lo son y enemigos que sí son tales. Pero, aunque no fuera cierto, la leyenda cuajó y hoy, dos siglos largos después, seguimos hablando de pueblos Potemkin. Que no son más que construcciones falsas, ficticias engañosas, creadas habitualmente para dar un aspecto mejor que la realidad. Eso es un pueblo Potemkin.

En la historia son famosos los pueblos Potemkin de los nazis para engañar a la Cruz Roja, de los que les hablaré otro día, y en la actualidad queda alguno vivo, por ejemplo, en Corea del Norte. En algunos casos, ni siquiera existe en realidad el pueblo

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