Es inevitable mirar al pasado cuando ocurre algo fuera de lo común. Y esta pandemia actual está haciendo que miremos a hace un siglo, a la gripe de 1918 para comparar. Hace unos días les contaba cómo se luchó contra la gripe española, y hay paralelismos con la situación actual. Las restricciones de uso del teléfono durante la gripe de 1918 también son similares a algunos problemas actuales.
Por cierto, que ya conté por qué se llama gripe española a la pandemia de 1918, y pensándolo bien no me parece mal que se llame gripe española. Al fin y al cabo, se llama así por nuestra transparencia a la hora de hablar de ella. Eso es algo que nos honra.
Dicho esto, imaginen cómo sería hace un siglo estar confinado en casa, sin televisión, sin Internet, sin videojuegos… ¡y nos quejamos ahora!. Distaba mucho entonces el teléfono de ser un aparto omnipresente en las casas. Pero ya estaba en algunas. En 1920 en España había casi 58.000 números de teléfono distintos, lo que era un número minúsculo. Poco después, 1926 se había duplicado la cantidad (pdf con los datos).
En Estados Unidos, durante la gripe de 1918, la gripe española, y en momentos posteriores, se vendió el teléfono como el mejor modo de romper el aislamiento. La forma de conectarse y hablar con otros sin salir de casa. Es decir, lo que hoy nos permite Internet.
Las restricciones de uso del teléfono durante la gripe de 1918 llegaron cuando los operadores telefónicos enfermaron
Hoy el comercio electrónico es el rey y está aguantando mientras todos estamos encerrados en casa. Entonces, hace un siglo, los carteles desde los que las empresas pedían a sus clientes que les llamaran para hacer pedidos eran comunes. Pero entonces ocurrió lo peor, la epidemia afectó a la telefonía.
Si hoy el COVID-19 afecta especialmente a las personas de edad avanzada, la gripe española atacaba a los jóvenes. Estos jóvenes, especialmente mujeres, trabajaban de operadores delante de los clavijeros, uniendo con sus claves teléfonos para que establecer las conexiones. Era necesario que el operador conectara con un clave dos teléfonos para que estos pudieran hablar. La distancia entre las operadoras en sus puestos de trabajo era muy pequeña. Por lo tanto, no es de extrañar que se contagiaran en masa y que las bajas por enfermedad supusieran un problema para las empresas de telefonía.
En octubre de 1918, la tercera parte de los operadores de la empresa New York Telephone, estaba de baja. Y llegados a este punto, comenzaron las restricciones. En un giro de 180 grados, se pasó de la promoción del teléfono a los avisos para que no se utilizara. Se pidió a los usuarios que no llamaran salvo para casos de urgencia, porque había una pandemia en marcha y era necesario dejar las líneas libres para llamadas a los médicos o para solicitar medicinas.
Se llegó a preguntar al usuario si la llamada era importante, antes de realizar la conexión
En el caso concreto de New York Telephone Compaly, sus avisos explicaban el problema con la falta de operadores y advertían de que no había solución rápida. En algunos casos, cuando se la empresa recibía una llamada y antes de realizar la conexión en el clavijero para que se pudiera hablar, se aseguraban de la necesidad de la llamada. Si no era necesaria, se descartaba. Para evitar esta situación, que ya ocupaba a los operadores, pedían que se restringieran voluntariamente las llamadas.
Las llamadas indispensables eran:
- Las realizadas en caso de fuego, desórdenes, accidente, muerte o enfermedad grave.
- Las que se hacía desde o hacia hospitales, doctores, farmacéuticos…
- Las relacionadas con el interés y el bienestar público, o las relacionadas con asuntos del Gobierno y la guerra.
- Las comerciales de vital importancia.
No hace más que unos días, en España, las operadoras de telecomunicaciones pidieron un uso racional de la red para que esta no se colapsara y permitiera a la legión de teletrabajadores que necesita Internet para su día a día trabajar sin problemas. Como vemos, los paralelismos entre la pandemia de hace un siglo y la actual, son curiosos.
Fuente de la imagen superior: BKLYn Public Library