Es muy conocido cómo los estadounidenses, en la Segunda Guerra Mundial, usaron indios navajos para comunicarse. Ya que el idioma navajo era desconocido por todos, salvo por los propios indios, era un método de comunicación seguro. Daba igual que el enemigo estuviera escuchando las líneas o capturara las comunicaciones, no las podía entender. Esto no es nuevo, y son varios los casos en los que se han usado idiomas o dialectos desconocidos por el enemigo como forma de hacer seguras las comunicaciones. Es una forma de criptografía básica pero efectiva, pero el desastre de los ingleses hablando latín en las guerras bóer nos enseña que hay que tener algunas cosas en cuenta.
El latín parecía una buena opción, un idioma con el que intercambiar información militar
Los ingleses pensaron en sus guerras en África que con hablar latín entre ellos sería suficiente y que sus enemigos no lo comprenderían. Pero se encontraron con una sorpresa con la que no habían contando. El latín parecía una buena opción, un idioma completo y con expresiones suficientes como para dar órdenes o intercambiar información entre las unidades militares. Este punto es importante y otro día les diré cómo resolvieron los norteamericanos que los navajos no tuvieran palabras para referirse a determinadas cosas.
Este problema ya lo habían sufrido los Estados Unidos durante la Primera Guerra Mundial. Entonces una unidad militar que combatió en Europa, utilizó a ocho indios de la tribu choctaw como operadores de radio. El objetivo era que hablaran en su propio idioma y conseguir así seguridad, sencillez y rapidez en las comunicaciones. El problema con los choctaw fue que su idioma no tenía expresiones o palabras para muchos de los términos militares exactos. Por lo tanto los mensajes eran ambiguos o daban lugar a equivocaciones.
Volviendo al latín y los ingleses, en la Segunda Guerras Bóer, los británicos sabían que sus líneas telegráficas no eran seguras y que habían sido pinchadas. Aquello era una desventaja, pero les daba también la oportunidad de engañar a sus enemigos, enviando información falsa. Esto es algo que se ha hecho de manera recurrente cuando se sabe o se sospecha que el enemigo está escuchando las comunicaciones. La solución por la optaron los británicos fue la utilización del latín, sin más codificaciones, para intercambiar información.
Los ingleses comprobaron pronto que su idea de usar el latín tenía un fallo importante
Suponían que cualquier buen oficial inglés tendría una educación clásica suficientemente elevada como para entender un mensaje en latín. Sus enemigos, en cambio, no serían capaces de comprenderlo. La idea parecía interesante y la pusieron en marcha. Comenzaron a utilizar el latín en alguna ocasión para sus comunicaciones telegráficas, pero comprobaron pronto que su idea tenía un fallo importante.
Los británicos acertaban en su suposición de que sus enemigos no iban a comprender el latín. En cambio, se equivocaban en suponer que los oficiales británicos podrían entender el latín sin problemas. Aquella educación clásica que esperaban entre los oficiales británicos, no estaba o se había olvidado. El desastre de los ingleses hablando latín en las guerras bóer demostró que sobreestimaban a sus oficiales, al menos en cuanto al conocimiento de lenguas clásicas. No eran capaces de hablar o entender el latín. Qué lejos queda este caso de cuando el nazi Kreipe y el SOE Fermor recitaron a Horacio durante el secuestro del primero por parte del segundo.
Esta breve anécdota, la participación de los navajos en la Segunda Guerra Mundial, y otras muchas más historias similares están en mi libro Historia de la Criptografía.