Muchas veces en la historia uno ha encontrado algo que no esperaba mientras buscaba otra cosa. Sin ir más lejos, América se la encontró Colón en su camino a las Indias. Un caso de estos le ocurrió a Hennig Brand, un tipo del siglo XVII que, buscando el objetivo de los alquimistas, la piedra filosofal, se puso a jugar con orina y acabó descubriendo el fósforo.
La piedra filosofal era la sustancia química que perseguían los alquimistas y que sería capaz de convertir metales de poco valor, como el plomo, en metales valiosos, como el oro y la plata. Durante siglos, muchos hombres han invertido mucho tiempo y esfuerzo en esa búsqueda, con todo tipo de técnicas, ideas y experimentos. Y, como es lógico, entre tanto experimento y tanta prueba, algunas cosas se acabaron entrando.
Esa piedra filosofal era lo que buscaba Henning Brand, que además de alquimista era comerciantes y soplador de vidrio, cuando pensó que la orina debía tener propiedades especiales, ya que era nada más y nada menos que un líquido producido por un ser vivo, en el caso extremo, por el hombre. Al fin y al cabo, la orina puede verse como una síntesis de nuestro cuerpo, un destilado humano, si lo prefieren. Calentaba y mezclaba orina con otras sustancias, como arena, buscando la síntesis química de ese líquido que, como decía, puede ser considerado como una síntesis en sí mismo.
En torno al año 1670, se produjo su descubrimiento. Estaba calentando de nuevo restos ya reducidos de orina mezclados con arena, cuando se comenzó a generar un humo, un vapor, que fue recogiendo en sus recipientes. Una vez frío, el gas se solidificó creando algo parecido a una cera blancuzca. Al principio no le dio importancia, había llegado a otro callejón sin salida, pero se dio cuenta de que la sustancia brillaba en la oscuridad, la nueva sustancia que acaba de descubrir. Había invertido varios litros de orina, de la cual, afortunadamente, desconozco el origen, para crear apenas un poco de fósforo, pero a cambio metió su nombre con ello en la historia de la química.
La palabra fósforo, proviene del griego y significa portador de luz. Brand le dio ese nombre a su piedra filosofal con buen sentido, ya que aquella síntesis de la orina brillaba con luz propia. Y no sólo eso, sino que su fósforo ardía con facilidad y fuerza.
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