Hay una cita popular que asegura que hay una cita para cada ocasión, y si damos esto por cierto, podremos decir por tanto que hay tantas citas acertadas como desacertadas. Si hay para una ocasión una cita, la hay también para su contraria. Es más, hay citas hasta para responder a los que usan citas.
Cuando te deshaces de algo inútil, has hecho un buen trabajo (Eduardo I de Inglaterra tras entregar Escocia al duque de Warenne en 1296)
Unos pocos hombres honestos es mejor que muchos (Oliver Cromwell)
Quien lo defiende todo, no defiende nada (Federico II de Prusia)
A la larga, la suerte sonríe a los audaces (Molkte, El Viejo)
Tanto de día como de noche, mi caballo está ensillado y mi espada, preparada (Suleimán, El Magnífico)
Puede que a los soldados no se les movilice en 100 años, pero no pueden dejar de prepararse ni un sólo día (Qianlong)
La guerra lo justifica todo (Napoleón)
Como decía al comenzar, cada ocasión tiene una cita, pero estas pocas lo mismo valen para la guerra, para una reunión de trabajo, para una sobremesa entretenida o para una conversación sobre deportes en la barra del bar. Si no, imaginen que su equipo ha echado a un futbolista, nada mejor que usar la frase de Eduardo I. Viendo un partido, ante una entrada un poco dura de un jugador nuestro: la guerra lo justifica todo. ¿Discutiendo de política y su partido no gana elecciones? Tiren de la frase de Cromwell. Y si están hablando con su pareja, quizás la frase de Suleimán les valga en un momento…