En la historia sobre la herencia de Ludwig Wittgenstein de hace unos días, ya les adelantaba que su hermano Paul también merecía una curistoria. Nacido en Austria en mayo de 1887, y por lo tanto dos años mayor que su hermano filósofo, acabó nacionalizándose en Estados Unidos, mientras que Ludwig acabó siendo británico. No fue este el único paralelismo entre los dos hermanos, más allá de los lógicos paralelismos de parentesco. Ambos combatieron en la Primera Guerra Mundial.
Los Wittgenstein, como sabrán si leyeron la entrada sobre Ludwig, eran una familia importante y adinerada, por lo que no es extraño que la casa tuviera visitas del más alto nivel. Entre ellas, músicos relevantes como Brahms, Schumann o Mahler, con los que Paul Wittgenstein fue aprendiendo y ganando conocimientos musicales. En 1913, un año antes del comienzo de la guerra, debutó como profesional del piano, con éxito.
En la guerra tuvo la mala suerte de ser herido a la vez que era capturado por el enemigo. El resultado de ese trance fue la amputación de su brazo derecho, algo trágico para cualquiera, pero más duro aún para un pianista. Eso, no obstante, no lo apartó de su idea de vivir de la música como intérprete al piano. Siendo prisionero, no tenía acceso al instrumento, como era de esperar, a pesar de lo cual practicaba piano. Un piano imaginario, que no existía en la realidad, pero que le permitía ganar destreza con la mano que le quedaba. En 1915 formó parte de un intercambio de prisioneros y volvió a su país.
Tocar el piano con una mano reduce en gran medida las piezas que uno puede interpretar, pero Wittgenstein se las apañó para arreglar algunas composiciones y adaptarlas a sus condiciones. Con el paso del tiempo fue recuperando confianza y reconocimiento, lo que, unido a sus contactos y riqueza, supongo yo, le permitieron llegar hasta compositores de renombre, a los que les pedía trabajos pensados para él.
En esa lista de amigos están Benjamin Britten, Richard Strauss, Maurice Ravel o Prokófiev, entre otros muchos. Ravel, por ejemplo, escribió una composición titulada Concierto para piano para la mano izquierda en Re Mayor, pensando en Wittgenstein.
En 1938, con el nazismo ganando terreno y levantando barreras, emigró a Estados Unidos. De hecho, la relación de los Wittgenstein con el nazismo merece no otra curistoria, sino un libro completo. Paul Wittgenstein murió en 1961 y su vida se desarrolló siempre con el piano como centro. Fue intérprete y profesor y su legado sigue hoy presente, ya que las partituras que consiguió que le escribieran todos aquellos grandes compositores, son hoy interpretadas por pianistas que como él sólo tienen la mano izquierda útil. Y, por supuesto, también por pianistas con ambas manos funcionales.
A continuación les dejó a Paul Wittgenstein en acción: