A la Antártida a por tres huevos de pingüino

A la Antártida a por tres huevos de pingüino

Esta es la semana Antártica en Curistoria. Si hace un par de días hablaba del anuncio de Shackleton y su leyenda, hoy volvemos al sur del globo para hablar de Edward Wilson, Apsley Cherry-Garrard y Robertson Bowers y su viaje de 1911. Usando las palabras del título de Cherry-Garrard en el que lo describe: el peor viaje del mundo. Uno de los objetivos del viaje, principalmente científico, fue conseguir huevos de pingüino emperador para estudiarlos con detenimiento, una vez en casa, y comprobar si ese tipo de animal estaba a caballo entre las aves y reptiles.

Los tres hombres consiguieron hacerse con tres huevos y emprendieron el regreso al campamento base. Las temperaturas rondaban los 60º bajo cero y tuvieron la mala suerte de que la ventisca arrancara y se llevara su tienda de campaña. La acabaron recuperando, pero el sufrimiento fue extremo, por el frío, la nieve y la ventisca. El 1 de agosto llegaron al campamento en el cabo Evans, después de 5 semanas, exhaustos. Por poco no lo cuentan, y esto no es exagerar, como veremos a continuación. Todo ello, no lo olvidemos, para conseguir tres huevos y ponerlos en manos de la ciencia.

Unas semanas más tarde, en noviembre, de aquel lugar salió la expedición famosa de Scott en busca del polo Sur. Wilson y Bowers estaban entre los 5 hombres que llegaron al ansiado punto del planeta el 18 de enero de 1912. Llegaron y comprobaron que la expedición del Roald Amundsen, noruego, había estado ya allí. Ya no serían los primeros en haber llegado al polo Sur, como si no fuera suficiente con haber llegado. A pesar del impacto, en el diario de Scott, que narra aquella aventura, sólo aparece Amundsen una vez mencionado, aunque su impacto fue gigante en la historia.

Los 5 murieron en el viaje de regreso: Edgar Evans, Lawrence Oates, Wilson, Bowers y Scott. Evans fue el primero, y Oates podríamos decir que se suicidó al salir de su tienda durante la noche, tras ver los daños que el frío había hecho en su cuerpo y que le impedían seguir. Los otros tres murieron unos días después en su tienda de campaña.

Cherry-Garrard, el tercer hombre que había ido a buscar los huevos junto con Wilson y Bowers, participó en la expedición de rescate de unos meses más tarde. Quizás se preguntarán qué fue de los huevos de pingüino. Bien, pues están en un museo. Cuando Cherry-Garrard volvió a Londres, se presentó en el Museo de Historia Natural con los huevos y no lo recibieron con buenas palabras. Básicamente le dijeron que para qué querían ellos esos huevos.

Cuando alguien por fin le atendió, le dijo que aquello no servía de mucho, que ya tenían lo que necesitaban para investigar a los pingüinos y, además, le dijeron que la teoría por la que habían ido a buscar los huevos había sido descartada como buena. Los huevos, no sé muy bien cómo ni por qué, se quedaron finalmente en el museo y allí siguen.

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