La Bomba del Zar, la prueba nuclear más brutal de la historia

Reproducción de la Bomba del Zar
(Reproducción de la Bomba del Zar)

Las noticias de hoy sobre las pruebas de Corea del Norte con armas nucleares me han recordado a una serie de artículos que publicó la BBC hace unas semanas. Uno de ellos lo protagonizaba la Bomba del Zar, la bomba de hidrógeno que tiene entre sus méritos ser la causa de la mayor explosión provocada por el ser humano. Hasta ahora y a falta de saber si lo de Corea alcanza estos niveles, que no creo.

Tal muestra de potencia nuclear fue llevada a cabo durante la Guerra Fría, como era de esperar. En la pelea entre Estados Unidos y la URSS por ir un paso más allá que el otro, la conquista del espacio y la capacidad armamentística eran los elementos que mayor puntuación daban a los jugadores. En 1949 los rusos hicieron su primera prueba de bomba nuclear y en los siguientes 10 años decenas de explosiones de prueba, y me atrevería decir advertencia, asustaron al mundo.

Pero ninguna de aquellas explosiones tenía como base nada parecido a la RDS-220, la Bomba del Zar. El avión que en octubre de 1961 despegó con ella, un Tupolev Tu-95, había sido modificado para poder transportarla, y aun así debía llevarla adherida bajo él, ya que no entraba en la barriga del avión. La bomba medía unos 8 metros de largo y tenía un diámetro de algo más de 2 metros y medio. Pesaba 27 toneladas y había sido diseñada para ser un recurso final, algo parecido al clásico Ultima Ratio Regis.

La prueba se efectuó en un archipiélago del Mar de Barens, al norte de la URSS, en el Ártico. La bomba, lastrada con un paracaídas gigantesco para que el Tupolev tuviera tiempo de alejarse lo suficiente, explotó a unos 4.000 metros de altura, como estaba previsto. La explosión fue brutal y la luz que emitió se vio a 1.000 kilómetros del lugar. Nueva Zembla, el archipiélago, quedó asolado. Las comunicaciones se interrumpieron durante una hora debido a la explosión y a centenares de kilómetros se rompieron ventanas, puertas, techos y hasta se derribaron casas.

Aunque es complicado de determinar, se estima que su potencia fue unas 1.500 veces la potencia combinada de las bombas que se lanzaron contra Nagasaki e Hiroshima. Aquello no se podía mantener en secreto, y probablemente no se deseara que fuera secreto. No tardaron en llegar las condenas a las URSS, desde Estados Unidos, por supuesto, pero también desde otros países que vieron aquel peligro mucho más cerca, como Suecia.

En el año 1975, casi 15 después de la prueba, Andréi Sájarov, un físico soviético, recibió el Premio Nobel de la Paz. No pudo asistir a la ceremonia en Estocolmo porque la URSS no le permitió salir del país. Entonces era ya un estorbo para el gobierno, pero décadas antes había participado activamente y de forma clave en el desarrollo nuclear soviético. Entre otras causas, la Bomba del Zar le hizo cambiar de parecer sobre lo adecuado de las bombas nucleares.

Fuente: BBC

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