(Andrew Jackson Higgins) |
Son tantas las veces que se ha dicho que tal acción o tal hombre fue clave en la Segunda Guerra Mundial que ese mismo hecho convierte a todos ellos en menos trascendentes, por compartir el mérito. El hombre que protagoniza la curistoria de hoy es un caso más ya que su trabajo fue clave para que el desembarco de Normandía fuera un éxito.
Andrew Jackson Higgins fue un empresario naval nacido en Estados Unidos en 1886. Diseñó un bote para navegar en aguas poco profundas pesando en los trabajadores de los pantanos de Louisiana, pero se dio cuenta de que aquella idea también podía tener su lugar en el ejército, un mercado más jugoso. En un primer momento no recibió mucha atención y la marina rechazó su diseño, que además proponía usar madera para construir las naves.
Higgings, tenaz, decidió pagar de su propio bolsillo los prototipos convencido de que su idea era buena, aunque siguió recibiendo rechazos a los que respondió en ocasiones de manera iracunda, enfrentándose a los mandos del ejército. Lógicamente aquella actitud no le allanó el camino. Pero entonces el senador Harry Truman le ofreció la oportunidad de probar su diseño en una competición contra las naves de desembarco que ya tenía la marina. Nuestro protagonista ganó, y entonces llegaron los problemas serios.
Con el triunfo en la mano y tras haber demostrado que sabía diseñar lanchas de desembarco, Higgins recibió el encargo de fabricar más de veinte mil de ellas. Eso sí era un problema, y no tanto tener que convencer a unos mandos obstinados. Por si esto fuera poco, debía de llevar a cabo la hazaña en tiempo de guerra, con lo que ello supone en cuanto a disponibilidad de mano de obra y materiales. De nuevo Higgins lo consiguió. Pasó de menos de un centenar de empleados en 1939 a unos veinticinco mil en 1944. Llegó a trabajar en la misma calle cuando se quedó sin espacio en sus plantas de producción, pero consiguió suministrar al ejército.
En palabras de Eisenhower, el día D, el desembarco de Normandía, no habría podido ser llevado a cabo si no hubiera sido por las lanchas de Higgings ya que si bien no fue el único modelo usado, sí fue el que más presencia tuvo. El general Holland Smith le decía a Higgins en una carta:
Qué demonios hubiera sido de las fuerzas anfibias si ti y sin tus botes.
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Es muy interesante la historia, pero creo que la invasión al continente se hubiera producido igual con otros medios.
Supongo que sí, pero quién sabe cómo hubieran ido las cosas... De todas formas, es justo reconocer cómo fue.
hace tiempo en un documental que vi sobre el dia D trataban los problemas que tuvo este empresario para encontrar los materiales para construir sus prototipos, ya que el crack del 29 hizo prohibitivos los precios del metal. Por este motivo propuso la utilizacion de madera en estas embarcaciones y revestirlas con hierro abaratando los costes.
Gracias Arturo por el dato.