Demócrito, del pan recién hecho a los átomos

Demócrito
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A menudo en la historia de la ciencia vemos que un hombre se para a pensar en un hecho diario, habitual y nada novedoso y al mirarlo con otros ojos, o sencillamente al pararse y buscar una explicación, abre un camino que lleva a un nuevo avance. Hay muchos casos de esto que cuento, y un ejemplo claro lo tenemos en Demócrito y el pan.

Este filósofo y matemático griego, que vivió entre el siglo V y IV antes de Cristo, fue uno de los primeros en postular que el mundo estaba compuesto de átomos, de pequeños elementos indivisibles, indestructibles y eternos que con su unión daban lugar al resto de cosas del universo. Y la existencia de esos elementos, invisibles lógicamente a sus ojos y a sus experimentos, le parecía obvia después de oler un día a pan recién hecho.

Y es que, al fin y al cabo, a quién no le gusta el olor a pan o a café recién hecho. Pero donde otros muchos antes de Demócrito y otros muchos después no se pararon a pensar más allá y sencillamente deleitaron su olfato, nuestro protagonista sí se paró. Y pensó en cómo era posible que su nariz pudiera oler el pan a distancia si nada lo unía a él, si entre ambos no había más que aire. Y de esa pregunta, tan obvia como complicada para un hombre de su tiempo, Demócrito concluyó que debían existir los átomos. Unas partículas diminutas que llevaban por el aire, flotando, un pedacito de pan hasta su nariz, lo suficiente como para olerlo en la distancia.

Un buen ejemplo de cómo la ciencia ha avanzado muchas veces gracias a la curiosidad y casi por casualidad. Cuántos grandes hombres habían olido el pan antes que Demócrito, pero sólo él estaba en disposición, por conocimiento y creencias, todo sea dicho, de ver ese hecho cotidiano con otros ojos.

4 comentarios en “Demócrito, del pan recién hecho a los átomos”

  1. Yo había leído en alguna parte que lo que le llamó la atención a Demócrito fue cómo una sola gota de vino teñía todo un vaso de agua, cómo era posible que se dividiera tanto y tanto que ya no se distinguiera lo uno de lo otro. Y a partir de ahí siguió pensando sobre el asunto.

  2. Me quedo con esta frase: esa pregunta, tan obvia como complicada para un hombre de su tiempo. Damos por sentado tantas cosas, que ya no nos preguntamos el porque, y mucho menos el investigar.

    Buen post, voy a seguir leyendo los demas que tienes. ¡Saludos!

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