Julio César y África, de la caída a la gloria

Julio César, por Nicolas Coustou
Julio César, por Nicolas Coustou

Hay que reconocer que caerse en público es a menudo más dañino por la vergüenza que pasa el que aterriza, siempre que no sea la caída nada serio, que por otra cosa. Y es que es complicado salir airoso de esos momentos, y más cuando el que tropieza es un hombre importante, el centro de todas las miradas y está en un momento de cierta solemnidad.

Así le pasó a Julio César al llegar a África. Bajando del barco en el que había llegado dio un mal paso y acabó con sus huesos en el suelo. César era un hombre importante y aquel no era un momento cualquiera, por lo que era imposible que la caída pasara desapercibida. Pero el romano sacó su ingenio a relucir y lo que podría haber sido una situación embarazosa se tornó en todo lo contrario. Es más, el hecho quizás hasta podría haberse tomado como un mal presagio, llegar a un nuevo continente con una caída al bajar del barco.

César, en el suelo, extendió los brazos y dijo en latín: Teneo te, Africa. Es decir, algo así como ya te tengo, África, cambiando el sentido de la situación de accidente a hecho casi épico. De este modo lo cuenta Suetonio en su Vida de los doce Césares y es uno más de los hechos gloriosos que adornan la vida del general romano.

Desde mi punto de vista César salió airoso si la caída no fue tan clara que nadie tomara la salida del general como una justificación absurda. Ya saben, a veces es mejor quedarse en el suelo, caído, y reírse de uno mismo, que intentar salir del apuro como si nada hubiera pasado y alejarse cojeando ridículamente.

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