Leibniz engañaba a sus jefes

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Hace unos días leí un libro titulado La computadora universal, escrito por Martin Davis, que repasa la historia de los avances matemáticos que han permitido a lo largo de los últimos dos siglos llegar hasta el concepto de computadora universal que Von Neumann y Turing acabaron convirtiendo en el germen de los ordenadores actuales y por supuesto de nuestros smartphones, tabletas… Es un recorrido muy interesante, en el que aparecen hombres como Boole, Frege, Cantor, Hilbert, Gödel, el propio Turing… y cómo cada uno contribuyó, sin saberlo, al avance de la ciencia matemática y de la lógica hasta el punto en el que floreció el computador o la máquina universal. Si me permiten un momento de nostalgia, he disfrutado en general del libro, que les recomiendo si les interesa el tema, pero recordando cuándo estudié, aprendí y trasteé con el concepto de las máquinas de Turing, he vuelvo un puñado de años atrás.

Decía que gran parte de estos hombres no eran conscientes de que sus avances y aportaciones, plenamente teóricos en la mayoría de los casos, tendrían alguna vez la aplicación que hoy conocemos en el mundo de la computación, incluso cuando vislumbraran una idea parecida. Pero los que sí que no esperaban esto, ni siquiera contribuir a la ciencia, eran los duques de Hannover, sin los que seguramente no se habría podido andar este camino del modo que se ha hecho ya que no se hubieran dado algunos de sus pasos iniciales, concretamente, los que salieron de la cabeza de Leibniz.

Gottfried Wilhelm Leibniz, nació en 1646 en Hannover y falleció en 1716. Filósofo, matemático, experto en lógica, jurista, bibliotecario, político… todo esto fue esta gran mente de la historia. Pudo dedicar gran parte de su vida al estudio teórico y a la filosofía gracias a la protección y dinero de los duques de Hannover. Pero estos no contribuían por placer o como mecenas a la vida de Leibniz, sino que habían contratado a este como historiador de la familia y, principalmente, para que construyera el árbol genealógico y documentara la vida de sus antepasados. Y así, podríamos decir que gracias a esa ocupación tan mundana, Leibniz tuvo oportunidad de generar un conocimiento para la humanidad que la ha hecho avanzar de manera significativa. Le pagaban sus empleadores por puro egocentrismo, si me permiten exagerar un poco, para mayor gloria de los Hannover y Leibniz se dedicaba a pensar y escribir sobre matemáticas, filosofía… sin dejar de lado su labor como historiador de aquella familia. Así, gracias a que Leibniz engañaba a sus jefes, estamos hoy donde estamos.

Continuando con el comentario que hace Martin Davis al final del libro, en su epílogo, sirva esto de ejemplo para comprender que no siempre se ha de buscar el beneficio inmediato y los resultados a corto plazo cuando se habla de ciencia en el sentido más amplio. Si Leibniz se hubiera dedicado a lo que le pedían, al corto plazo, es decir, a escribir la historia de los Hannover, no habría contribuido como lo hizo a la otra historia, a la de todos nosotros, que también incluye a los Hannover. No trabajaba Leibniz para crear ordenadores, sino en un mundo teórico y abstracto, que un día y después de pasar por muchos otros hombres, se materializó en esto por lo que usted está leyendo.

5 comentarios en “Leibniz engañaba a sus jefes”

  1. Gracias por el aviso del fallo, fue la costumbre. Mis disculpas, porque efectivamente es Neumann.

    Majobusa, sus contribuciones giran en torno a la creación de un lenguaje artificial que permita representar conceptos lógicos y operar con ellos. Así, se podría aplicar la matemática al razonamiento. Fue la base y el primer paso. De todas formas, su contribución en este sentido no fue lo más importante que este hombre nos legó, si no me equivoco.

    Saludos.

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