En política nada cambia

Marcel Sembat
Marcel Sembat

Son días revueltos para los políticos y la política en España, corrupción, escándalos, incapacidad, desvergüenza, irresponsabilidad… todo se mezcla. Pero, lamentablemente, no es esto algo nuevo bajo el sol. Si no me creen, basta con que lean el Episodio Nacional que dedicó Galdós a la corte de Carlos IV, que es el segundo de la primera serie, para que comprueban que en los albores del siglo XIX el tráfico de influencias, el amiguismo y el arribismo ya estaban a la orden de día en la política, aunque en realidad en aquel tiempo política y realeza eran uno.

Otro ejemplo lo tenemos recogido por Carlos Fisas en una de sus recopilaciones de anécdotas históricas, cuando narra lo que ocurrió con una petición del pintor Renoir al diputado Marcel Sembat. Este hecho, como supondrán, corresponde a la política francesa, pero bien lo pueden ustedes mover de país y época sin miedo a sacarlo de contexto. El político, Sembat, le había ofrecido muchas veces a Renoir ayuda en cualquier cosa que necesitase, y un día se presentó esa oportunidad. Conocía Renoir a una dama, maestra de su pueblo según parece, que estaba siendo acosada por el alcalde de la localidad con objetivos pocos decentes, ya me entienden.

Así, el pintor le contó el caso a Sembat y le pidió que siendo el otro tan solo un alcalde y él un diputado, se hiciera valer y pusiera fin al abuso.
¡Vaya cerdo! Debe ser un alcalde reaccionario. Déjemelo de mi cuenta, hablaré con el ministro Briand.

Esta fue la respuesta del diputado en un primer momento, de la que hubo de retractarse después de un tiempo.
No he podido hacer nada sobre el caso de aquella maestra. Resuelta que el alcalde es de nuestro partido.

Como vemos, nada nuevo bajo el sol. Ya entonces imperaba esa forma de pensar tan partidista, nunca mejor dicho, en la que haga lo haga alguien, si es de los míos, bien hecho está.

9 comentarios en “En política nada cambia”

  1. La política es una disciplina de elevado contenido, pero los politiqueros, aquellos que creen que lo saben todo e ignoran la historia, con aquellos que desdibujan la doctrina y el contenido de servicio.
    Esos cerdos deben constar posiblemente en la última pagina de los Miserables de Victor Hugo.

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