En los últimos días ha comenzado el otoño a presentarnos al inverno, sabiendo que cada vez le quedan menos días al primero. Lo digo porque aun sin ser días de frío extremo, al menos en la gran parte de España, sí han bajado las temperaturas. Y quizás por ello algunos de ustedes hayan hecho uso de un invento que salió de la cabeza de un joven llamado Chester Greenwood, cuando tan solo tenía quince años de edad.
Greenwood había nacido en el año 1858 en Estados Unidos y era aficionado en sus años jóvenes a patinar sobre el hielo, donde como es lógico, sufría los rigores del frío. Un día le cogió a su abuela un par de ovillos de un hilo de piel y lo enrolló en unas formas de alambre que él mismo había construido. Así inventó las primeras orejeras de la historia que le sirvieron para patinar más contento y para ganarse la vida.
Patentó la idea de los protectores de orejas y creó una fábrica, supongo que unos años después, que se mantuvo en funcionamiento casi sesenta años. Pero Greenwood no inventó únicamente las orejeras, también patentó una tetera, un rastrillo con cerdas de acero, una caja de cerillas pensada para servir de soporte publicitario y una máquina para fabricar carretes de madera para enrollar cable. Y por si todo esto fuera poco, también se embarcó en negocios más allá de sus patentes: bicicletas, calefacción, telefonía…
Con todo esto no es extraño que el bueno de Greenwood recibiera honores en vida como los sigue recibiendo después de fallecer. En 1977 el estado de Main declaró el 21 de diciembre como el día de Chester Greenwood y Farmington, su pueblo natal, sigue celebrando un desfile, entre otros eventos, en el día anual en el que le sirven honores: el primer sábado de diciembre. Es decir, ayer mismo.
Todo un personaje este Greenwood que a la tierna edad de quince años ya ideó las orejeras que nos siguen manteniendo las ideas caldeadas.
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Hola Manuel,
"El hombre contra el frío" se le podría llamar jeje.
Yo nunca he usado orejeras, pero sí las cerillas.
Sí en España celebrásemos nuestras victorias, homenajeásemos a nuestros héroes sin estúpidos complejos... otro toro hubiese mugido.
Muy bien traído lo del toro, y además tienes razón :)
Saludos.
Hay gente que nace con un Don y el señor Greenwood parecía uno de ellos.
Cierto, gracias por comentar.