Murciélagos-bomba, el terror venía del cielo

Louis Frederick Fieser fue un reputado químico, profesor e inventor estadounidense, que nació en 1899 y murió en 1977. En 1943, durante la Segunda Guerra Mundial, creó el napalm para usos militares, junto con otros investigadores de la universidad de Harvard. Pero no se paró aquí su carrera y no todas sus aportaciones a la ciencia estuvieron relacionadas con el mundo de las armas, a pesar de lo que pueda parecer después de leer esta entrada.

También en aquel tiempo de la Segunda Guerra Mundial, Fieser fue parte del equipo que propuso crear los murciélagos-bomba. Su propuesta era lanzar desde aviones a un gran numero de murciélagos sobre una ciudad, con pequeñas bombas incendiarias adheridas a su cuerpo. Los murciélagos, desorientados y aturdidos, buscarían refugio en las casas y construcciones y una vez allí, las bombas, dotadas de temporizador, harían explosión creando miles de pequeños incendios.
Según parece, se llegaron a hacer pruebas de este modelo de ataque animal, pero no fueron del todo bien. Algunos murciélagos escaparon y causaron incendios en las instalaciones militares propias. Aquello dio al traste con el proyecto, supongo que en parte por la incapacidad de controlar «el arma» con suficiente seguridad.

Por cierto, esta curistoria me recuerda a otra que les conté hace casi seis años, en la que Genghis Khan hacía básicamente lo mismo pero con el objetivo de conquistar Volohai.

5 comentarios en “Murciélagos-bomba, el terror venía del cielo”

  1. Gracias Nonsei por el comentario y por el enlace (muy buen artículo). Efectivamente el proyecto se llamaba así y Roosevelt acabó dando luz verde a su puesta en marcha, aunque no pasó de las primeras pruebas.

    Saludos.

  2. Gracias por los comentarios. Apocalipshit, me alegro de que te gusta y espero que no sean horas perdidas del todo 😉

    El tipo está copiando el contenido de Curistoria y todas las entradas de su sección de Historia las está cogiendo de aquí y sin citar la fuente. Por supuesto, nada de contacto, los comentarios cerrados… ¡qué le vamos a hacer!

    Saludos.

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