Un poco de teatro para liberar al prisionero

Después de la batalla de Poitiers, en 1356, un noble llamado Archibald Douglas fue capturado por los franceses. Por supuesto, iba con su mejor armadura y mostrando el gran señor que era. Como sabrán, en aquel tiempo los nobles eran capturados vivos en las batallas ya que los rescates que se pagaban en estos casos eran sustanciosos. Un noble capturado era mucho más valioso que uno muerto.

Junto a Douglas, entre otros, también fue capturado otro caballero, Sir William Ramsey de Colluthy, familiar del primero. Cuando los franceses comenzaron a inspeccionar a sus prisioneros, Sir William comenzó a gritar apuntando con el dedo a Douglas: “traidor, asesino, ¿cómo te atreves a ponerte la armadura de tu señor? Maldito esclavo, ven aquí y quítame las botas”.

Douglas le siguió el juego y le quitó la bota a Sir Willliam. Este le golpeó con la bota y siguió con los insultos. Los franceses, no acababan de creerse el paripé y si bien no conocían a los señores que tenían capturados, seguían guiándose por la hermosa armadura de Douglas y por lo tanto tomando a este por un gran noble.

No es un señor, dijo Sir William, no es más que un esclavo que se ha puesto las ropas de su amo. Habrá asesinado a mi primo, su señor. Vete a buscarlo, maldito traidor, para que podamos enterrarlo como merece. Mientras decía esto, Sir William cogió a Douglas y lo expulsó del lugar donde estaban presos para que buscara a su supuesto señor. Y aprovechando el momento, Douglas se largó de allí.

Espero que al menos, una vez a salvo, tuviera la decencia de pagar el rescate de su primo, el bueno de Sir William que le había sacado de las manos francesas con un teatro oportuno y ocurrente.

Fuente: Military’s strangest capaigns and characters, de Tom Quinn

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