A la cárcel por matar a un gato

Ayer me encontré, en un programa de televisión (Madrileños por el mundo, si no recuerdo mal), una curiosidad sobre una cárcel en Filadelfia, en los EEUU. La prisión en cuestión es la Eastern State Penitentiary que ya está fuera de funcionamiento pero que guardó a la sociedad de delincuentes desde 1829 hasta 1971.

Por allí pasaron tipos tan famosos como el ladrón de bancos Willie Sutton o el mismísimo “Caracortada”, es decir, Al Capone. Pero obviamente, que un gánster acabe en una prisión no es motivo de curistoria. En cambio, si el prisionero es un perro, la cosa cambia.
Y este es el caso. En 1924, un perro llamado Pep, también conocido como “el perro mata-gatos” (the cat-murdering dog), fue sentenciado a cadena perpetua en esta cárcel por el gobernador de Pensilvania, estado en el que está Filadelfia. El perro había acabado con un gato, pero se equivocó de gato, podríamos decir. El minino era la mascota de la mujer del gobernador Gifford Pinchot y ello lo llevó a la trena. Pep cumplió condena y hasta tenía su ficha, con sus fotos y, supongo, su huella.
También hay otra explicación para la historia del perro prisionero que alega que el gobernador regaló su perro a la prisión para que animara a los presos. No es mala tampoco esta historia, pero desde luego, me quedo con la primera. Yo ya se lo he dicho a mi perra, que si mata a un gato, puede ir a la cárcel.

3 comentarios en “A la cárcel por matar a un gato”

  1. Marco jajajja.
    Pobre Pep él siguió su instinto, además eso de ir a la carcel por matar a un gato y por matar a otro distinto no ir me parece agravio comparativo 😛 ¿Qué porra de abogado tuvo?

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