La imagen superior corresponde a la torre de Londres, cuyo nombre oficial es Palacio Real y Fortaleza de su Majestad. Es un castillo situado junto al río Támesis, en Londres, claro. Data de comienzos del siglo XI y ha sido una de las prisiones más temibles y famosas de la historia, aunque no era esta su dedicación principal.
En realidad no es una torre, sino que es un complejo de varios edificios situados dentro de dos anillos concéntricos de muros defensivos. Como buena fortaleza, ha sido asediada y ha servido como armería, tesorería, casa de la moneda, centro de ceremonias, prisión, residencia…
Pero lo más curioso es que durante el siglo XIII se instaló en la Torre una casa de fieras, es decir, un zoo. Según parece, los animales que estaban en el palacio de Enrique I en Woodstock fueron llevados allí durante el reinado de Juan I. En algunas ocasiones se abrió al público aquella colección de animales durante el reinado de Isabel I y a partir de 1804 se abrió de forma regular. En 1828 acabó este uso de la torre, trasladando a las fieras al zoológico de la ciudad.
Es curioso, sirvió en un tiempo para encerrar "las fieras naturales" y también para encerrar "las fieras sociales" (esto nos demuestra lo segura que es la fortificación). La diferencia radica en que los unos no hicieron nada para entrar allí (sólo ser animales) y los otros se comportaron como verdaderos animales (salvo honrisísimas excepciones).
Key, lo que da mal rollo es el entorno. Cuando fui a visitarla (la había visto en fotografías como la de esta entrada, tomadas con angular y desde posiciones estratégicas) se me cayó el alma a los pies: está en medio de la ciudad rodeada de rascacielos de acero y cemento y todo el caos circulatorio. Es como si estuviera en la plaza de Colón de Madrid.
Cuando fui tendría 13 ó 14 años, así que mis recuerdos están un poco difusos. La parte positiva es que así casi no me acuerdo del entorno horroroso del que habla Alfredo 🙂
Esta web utiliza cookies para que podamos ofrecerte la mejor experiencia de usuario posible. La información de las cookies se almacena en tu navegador y realiza funciones tales como reconocerte cuando vuelves a nuestra web o ayudar a nuestro equipo a comprender qué secciones de la web encuentras más interesantes y útiles.
Cookies estrictamente necesarias
Las cookies estrictamente necesarias tiene que activarse siempre para que podamos guardar tus preferencias de ajustes de cookies.
Si desactivas esta cookie no podremos guardar tus preferencias. Esto significa que cada vez que visites esta web tendrás que activar o desactivar las cookies de nuevo.
Cookies de terceros
Esta web utiliza Google Analytics para recopilar información anónima tal como el número de visitantes del sitio, o las páginas más populares.
Dejar esta cookie activa nos permite mejorar nuestra web.
¡Por favor, activa primero las cookies estrictamente necesarias para que podamos guardar tus preferencias!
Cookies adicionales
Esta web utiliza las siguientes cookies adicionales.
¡Por favor, activa primero las cookies estrictamente necesarias para que podamos guardar tus preferencias!
¿Es esa torre tan chunga que está llena de cuervos? (que es una visita muy recomendable, pero los dichosos cuervos daban un mal rollo…)
Es curioso, sirvió en un tiempo para encerrar "las fieras naturales" y también para encerrar "las fieras sociales" (esto nos demuestra lo segura que es la fortificación). La diferencia radica en que los unos no hicieron nada para entrar allí (sólo ser animales) y los otros se comportaron como verdaderos animales (salvo honrisísimas excepciones).
Key, lo que da mal rollo es el entorno. Cuando fui a visitarla (la había visto en fotografías como la de esta entrada, tomadas con angular y desde posiciones estratégicas) se me cayó el alma a los pies: está en medio de la ciudad rodeada de rascacielos de acero y cemento y todo el caos circulatorio. Es como si estuviera en la plaza de Colón de Madrid.
Un dato muy interesante!!
Mi Blog:
http://www.lodescubres.blogspot.com
Cuando fui tendría 13 ó 14 años, así que mis recuerdos están un poco difusos. La parte positiva es que así casi no me acuerdo del entorno horroroso del que habla Alfredo 🙂