Vigilando un banco, de madera

Eugenia de Montijo era una granadina nacida en 1826 y que fue emperatriz de Francia como esposa de Napoleón III, allá por la mitad del siglo XIX. En aquel tiempo, paseando un día por los jardines de las Tullerías vio a un soldado montando guardia junto a un banco de madera. Cuando repitió el paseo unos días después y volvió a encontrarse con un soldado vigilando el banco le llamó la atención.

Preguntó por qué se hacía aquello y comenzaron a investigar, ya que nadie sabía realmente el porqué de aquella vigilancia. Al final descubrieron que todo había comenzado en tiempos de Napoleón I, es decir, hacía unas pocas décadas. Este había mandado pintar el banco y poner allí un soldado que avisara a las damas de la emperatriz Josefina para evitar problemas. Ya saben, un cartel de “recién pintado”, pero a lo grande, viviente.

Aquella guardia se mantuvo unos días por si el banco no estaba aún bien seco y la cosa se fue alargando, nadie preguntó o sí preguntó, pero lo hizo en mal momento, o vaya usted a saber. La cuestión es que durante décadas, día tras día, hubo un soldado vigilando un banco en el jardín de Tullerías porque un día lo habían pintado. Quiera Dios que lo pintaran alguna vez más, porque de lo contrario, después de 40 años, ni el soldado se sentaría allí para descansar de su inútil guardia.

Por cierto, Eugenia de Montijo ordenó que se dejara de hacer aquella, si me permiten, tontería. Si se fijan ustedes, una de las etiquetas de esta entrada es «Política»; no me pregunten la razón.

8 comentarios en “Vigilando un banco, de madera”

  1. Estos soldados es que están todos algo cuadriculados, la verdad. Mi vecino me contaba también que cuando él hizo la "mili" con las tropas Regulares, en Ceuta, había en el cuartel un puesto de centinela en las tapias del cuartel, en un lugar apartado que daba al campo. Nadie sabía por qué, pero el caso es que una de las guardias debía hacerse en ese puesto. Con el paso del tiempo se descubrió que un coronel, de visita, años atrás, había aparcado el coche una vez en dicho lugar y había pedido que un soldado del destacamento lo vigilase. Ningún mando superior dió por finalizado ese servicio y el puesto de centinela continuó cumpliéndose religiosamente a partir de entonces…

  2. Uy, que va los soldados para nada son cuadriculados, lo que ocurre es que un soldado raso no opina, porque no tiene derecho a opinar.
    y esos ¨maravillosos¨ mandos, a los que siempre deben obedecer,no son capaces de poner cordura en este historico ejercito no fuera a ser que se jueguen su carrera o su ascenso.
    Siete años de mili me han dado para muchas historias.
    Aqui sigue rindiendose honores a esos señoritos de antes, que por desgracia siguen enquistados en sus altos puestos.
    Aqui podemos leer esas historias, que son historia, y nos demuestra que en este ejército patrio las cabezas pensantes no pensaban, y a esos heroes que por conviccion si pensaron y se echaron para adelente, luego fueron denostados y poco reconocidos.
    Como deciamos los que no teniamos derecho a opinar: ¨Donde acaba la lógica empieza el ejército¨
    Perdon por el tostón pero este tema lo llevo muy adentro.

  3. Gracias Herodoto por la historia. Ya ves que la historia, valga la redundancia, se repite.

    Froiliuba, buen detalle el de la mujer.

    Gambrinus, gracias por la reflexión, muy interesante. De todos modos, yo no creo que pasen muchas cosas de este pelo en los ejércitos actuales.

    Saludos.

  4. Podria usted sorprenderse, maestro.
    De lo que pueden callar algunos por lo absurdo de algun asunto incluso en estos ejércitos ¨modernos¨.
    Por cierto muchas gracias a ti, por tenerme todos los dias pendiente de tus curistorias.

  5. Gambrinus, creo que en todos los sitios cuecen habas, pero en el ejército el mando y la jerarquía son más rectos y eso es un añadido en algunos casos.

    Saludos.

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