El Espíritu de San Luis

El Espiritú de San Luis20 de mayo de 1927, después de varios tumbos por la pista de despegue en el aeródromo Roosevelt de Nueva York, el “Espíritu de San Luis” (Spirit of St. Louis) logra alzar el vuelo. Faltaban tan solo unos minutos para las ocho de la mañana y comenzaba un viaje histórico: el primer vuelo transatlántico, en solitario y sin escalas, desde Nueva York hasta París.

A los mandos de aquel avión iba Charles Lindbergh. El vuelo comenzó sin sobresaltos y todo fue perfectamente hasta que el cansancio y el sueño comenzaron a hacer mella en nuestro intrépido piloto. Después de ocho horas de vuelo mantenerse despierto y atento comenzaba a ser un reto considerable. A las once de la noche el frío y el sueño eran un peligro real y palpable, y a pesar del primero, Lindbergh decide mantener abiertos los ventanucos del avión para evitar el segundo, que de abatirlo, le llevaría al fondo del océano. De todas formas, un duermevela es inevitable y no del todo peligroso a más de 2.000 metros de altura. La minúscula cabina en la que no se pueden estirar brazos ni piernas, no ayuda mucho a relajarse y descansar.

Han pasado veintiséis horas y Lindbergh divisa tierra, que identifica como Irlanda. Las horas finales se acercan, siendo el vuelo más agradable sobre tierra que sobre kilómetros y kilómetros de océano. El 21 de mayo de 1927, a las cinco y veintidós minutos, aterriza en París, en el aeródromo de Le Bourget. Treinta y tres horas y media de vuelo. Lo había conseguido.

Este es el famoso vuelo del “Espíritu de San Luis”, un avión de 2,3 toneladas de peso, modificado expresamente para aquel viaje. Esta es la historia de Charles LindBergh, un estadounidense que decidió embarcarse en aquel reto en forma de concurso que le reportó fama, 25.000 dólares como premio y un lugar en la historia. En 1954 ganó el premio Pulitzer por el relato en el que contaba su hazaña.

Faltan unos días para conmemorar el aniversario de todo esto, desde aquí, un modesto homenaje a los intrépidos. El mundo es suyo. Y si no lo es, debería serlo.

11 comentarios en “El Espíritu de San Luis”

  1. Hhhummmmm… creo que esta vez le gano al editor! Hay una curistoria/leyenda sobre este vuelo. Tras 27 horas de vuelo y una noche sobre el mar, sin referencias de navegación mas que las estrllas, de las que poco podía ver por su periscopio (el avión no tenía un parabrisas delantero, solo una ventala lateral y un periscopio para ver hacia delante), y unos pobres instrumentos de navegación, Charles se perdió…
    Cuando avistó tierra, no estaba seguro de si era Irlanda, ya que en sus cálculos de navegación no pudo estimar correctamente la deriva del viento. Pero ahora llega la curiosidad. Cerca de la costa divisó un pequeño barco pesquero… y se dispuso a preguntar. Descendió sobre ellos, inició un par de círculos alrededor, aminoró el motor lo máximo posible y, sacando la cabeza por la ventana, gritó «¿Dónde queda París?» a lo que los pescadores respondieron estirando el brazo e indicando la dirección. Otros dicen que les gritó «¿Qué tierra es ésta?», pero dudo que el piloto escuchase respuesta alguna desde la cabina…
    Saludos!!

  2. Bien lo del mundo debería ser suyo. Recuerda que sobre 1939 coqueteo con los nazis. Mejor lo dejamos como héroe a secas…Supongo que si te matan a un hijo es facil que tus ideas se vuelvan extremistas.

  3. Es lo máximo, imaginense el los 20, solo un valiente podia realizar esa hazaña, otro dato nuestro heroe estuvo en contra de la segunda guerra mundial, toda una figura…..

  4. Sabias que cuando Lindbergh aterrizo el presidente francés lo recibió con grandes honores y lo condecoro y a el le llamaron el águila solitaria y a su avión el espiritu de san Luis

  5. Cuando Lindbergh despego todos pensaron que estaba loco y que era imposible que lograra su hazaña ya que su avión con sus alas casi tocaba las ramas de los arboles porque iba sobrecargado de combustible pero la pasión por lograr una meta importante lo motivo a tomar el riesgo . Cuando aterrizo el presidente francés lo recibió con grandes honores y lo condecoro y a el lo llamaron el águila solitaria y a su avión el espiritu de san Luis.

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