El silicio es un gas

El silicio es un gasJames McNeill Whistler es un famoso pintor estadounidense cuya prometedora carrera militar se quebró en el último momento, justo antes de empezar. El artista, primero militar, estudió en West Point. Realmente era su madre la que deseaba que hiciera carrera en el ejército y como buen hijo no dudó en seguir sus consejos.La cosa empezó torcida en la academia y su primer año no fue muy brillante. Primer aviso. El responsable de la academia en aquel momento, el no menos famoso General Robert E. Lee, le permitió continuar con sus estudios a pesar de todo. Pero el mundo estaba en contra de su vida como militar y el segundo año de estudio cayó gravemente enfermo y tuvo que dejar la academia durante un tiempo. Segundo aviso.
Una vez recuperado, volvió a la academia y las cosas cambiaron. Aprobó todos los exámenes sin problemas y su carrear militar parecía enderezarse. Hasta el final de su tercer año en West Point. Entonces tuvo que enfrentarse a un examen oral de química. El profesor le dijo: “Dígame usted qué sabe del silicio”. Nuestro gran artista comenzó con entusiasmo: “El silicio es un gas”. El instructor le cortó justo en ese punto, después de esas cinco palabras, y ahí acabo su carrera militar. Tercer y último aviso.Whistler diría más tarde que sin el silicio fuera un gas, el mundo tendría un gran general en lugar de un artista. ¿Qué hubiera sido mejor? Difícil de saber, pero está claro que la vida le mostró varias veces que prefería que su pasó por West Point no fuera exitoso.
Por cierto, la obra que acompaña esta entrada muestra a su madre, aquella que deseaba que su hijo fuera militar y que ha pasado a la historia gracias a esa pintura de su hijo artista y también gracias a que el silicio no es un gas.

7 comentarios en “El silicio es un gas”

  1. Uno de mis pintores favoritos, famoso por el juicio contra Ruskin, uno de los críticos con más influencia, catedrático de Arte y promotor de los Prerrafaelistas que crítico su obra "Nocturno en negro y dorado.El cohete que cae" con un lenguaje propio inspirado por los nocturnos musicales de Chopin y las estampas japonesas.

    Le acusó de presentar "cuadros sin terminar" con poca composición y detalle, "Nunca creí que tuviera que ver a un engreído cobrar cien guineas por arrojar un cubo de pintura al público", palabras que hicieron que dejara de vender por lo que decidió demandarle.

    El juicio radicó en que si un artista tiene derecho a pintar las cosas tal y como las ve, y ser fiel a su propio universo artístico, exento de todo juicio excepto por parte de su creador, o bien, el arte puede ser criticado por entendidos, que lo traducen al público y que juzgan según su criterio. Finalmente Whistler ganó con una defensa mítica:

    -¿Cuánto tiempo le llevó pintarlo?.
    -Haciendo memoria un día (…).Bueno, con algunos retoques al día siguiente, dos días.
    -¿Está usted cobrando ese dinero por el trabajo de dos días?
    -No, estoy pidiendo ese dinero por el conocimiento de toda una vida.

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