Hasta el rabo todo es toro

Antonio Mejías Jiménez, venezolano para más señas, seguro que no acaba de ser identificado por la mayoría de ustedes como personaje relevante o conocido. En cambio si les digo Antonio Bienvenida, la cosa cambia y reconocerán ustedes al torero nacido en 1922 y muerto en 1975, a los 53 años, en una plaza. Sí, en una plaza, pero de tientas.

Bienvenida es uno de esos toreros clásicos y como se dice en el mundillo taurino, que ha marcado época. Por supuesto, sobre este punto hay mil cuestiones y discusiones, y yo, que además de no entender de toreros no tengo “afición”, pues no voy a manifestar opinión, por carencia de ella. Pero en cualquier caso, bien o mal, el torero pasó por más de 800 tardes de faena y mató en la plaza a casi 2000 animales. ¡Qué no es poco! Muchas tardes, muchas cornadas, muchos sustos, pero una carrera hecha.

En octubre de 1975, retirado de la profesión taurina en activo, acudió a una tienta de vaquillas. Por si ustedes no lo saben, una tienta no es más que una “prueba” de lo bravas que son las vaquillas y por lo tanto de cómo serán sus crías. Para ello, se saca a la plaza, se le dan algunos pases y se la llama desde el caballo, para valorarla. Pues una vaquilla, ya tentada y a la que se había sacado de la plaza, volvió a esta desde el campo y cogió a Bienvenida desprevenido, volteándolo malamente. A causa de las lesiones en las vértebras de esta caída, el 7 de octubre murió en el hospital.

Después de casi 2000 novillos y toros matados en la plaza (y algunos más fuera de esta, en el campo) Antonio Bienvenida encontró la muerte a manos de una vaquilla. Aquí encaja perfectamente la frase: “Hasta el rabo todo es toro”.

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