El toque del espía

Cuando un nuevo espía era aceptado en una red, por lo general, había un periodo en el que este era entrenado o bien puesto a prueba en sus comunicaciones y revelaciones. Durante este tiempo los receptores de los mensajes enviados por radio por los espías, se acostumbraban y detectaban su “ritmo de tecleo” o “toque”. Así, la velocidad a la que emitía cada espía era ligeramente diferente y durante meses y meses esta característica se tomaba como un detalle más en la comunicación. Tal es así, que en muchos casos se empleaban horas de práctica entre emisor y receptor con el único objeto de coger el “toque” del espía con el emisor radiotelegráfico. Esto en ocasiones podía ser tan importante como el uso de armas, explosivos, microcámaras o las técnicas de evasión y encubrimiento. Hay muchos casos en los que este detalle ha sido una razón de sospecha o confirmación. A veces el cambio en el ritmo por parte del espía causó el descarte del mensaje de forma errónea, pero otras veces, sirvió como aviso. Por esta razón, entre otras, cuando un espía era capturado y se quería enviar un mensaje de engaño por parte de los captores, se le hacía transmitir a él el mensaje, aún a riesgo de que cambiara el ritmo para alertar de su captura. Así ocurrió con el espía del Mossad Elie Cohen. Espió durante años en los países árabes para el servicio secreto israelí hasta que en 1965 fue descubierto y detenido. Los agentes sirios que le capturaron le obligaron a enviar un mensaje cifrado a Tel Aviv para engañar a los israelíes. Cohen varió su “toque” y así el Mossad supo inmediatamente que su agente en Damasco había caído. Por supuesto, los sirios también dedujeron que Cohen había utilizado esta treta y dejaron el intento de engaño. Finalmente, unos cuatro meses después de este hecho Cohen fue ahorcado por los sirios, a pesar de los intentos de canje por parte de Israel.

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