Todo en el mundo son matemáticas


Peter Gustav Lejeune Dirichlet, un matemático alemán del siglo XIX, era definitivamente un hombre cuya vida se regía por las matemáticas y los números. Y no solo esto, sino que también odiaba las letras y especialmente odiaba escribir cartas, según el mismo.
Así, cuando tuvo que comunicarle al padre de su esposa, es decir, a su suegro, el nacimiento de su primer hijo, prefirió un telegrama a la carta, por el ahorro de letras. Y el texto del telegrama siguió también estas mismas directrices. Todo el texto del telegrama era: «2+1=3». No hay constancia de que el padre de su esposa entendiera el mensaje, al menos a la primera.

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