La marca del inquisidor, de Marcello Simoni

La marca del inquisidor, de Marcello Simoni
(La marca del inquisidor, de Marcello Simoni)

Hay un área de intersección entre la novela histórica y la novela de detectives, donde surgen en ocasiones obras que son capaces de usar el marco histórico, personajes reales, situaciones reales… para crear un ambiente en el que la investigación del detective crece en interés precisamente por todo ese conjunto. Hay que saber tomar lo bueno de cada mundo, el interés y la trama de la resolución de un caso atractivo, y la descripción de los personajes, las formas y los lugares históricos. Marcello Simoni, que como habrán supuesto por el nombre es italiano, del noreste de la bota para ser más exactos, se ha colocado en esa intersección de géneros para escribir La marca del inquisidor.

El título ya nos da alguna pista sobre qué mundo histórico nos vamos a encontrar. El tablero de juego es la ciudad de Roma a comienzos del siglo XVII, y el detective, un hombre de iglesia. O varios hombres de iglesia, mejor dicho, acompañados por algún espadachín y antiguo soldado que se gana la vida como puede al servicio de otros. No puedo revelar nada de la trama, lógicamente, pero en las primeras páginas tenemos ya a un hombre asesinado con un prensa tipográfica. Ahí está el otro gran componente de la historia, junto con la religión y la Inquisición: las imprentas y los libros. Libros heréticos por un lado y asesinatos por otro. Y, en medio, el religioso y detective, a todos los efectos, Girolamo Svampa, que se mueve de un lado a otro de Roma intentando atajar el problema antes de que se le escape la solución de los dedos.

Libros prohibidos, Inquisición, espadachines, las luchas por el poder… son elementos que casi se han hecho clásicos en el género, y no es extraño ya que es un terreno abonado para las tramas interesantes. Es como la Guerra Fría y las historias de espías, hay una unión casi natural. Volviendo a La marca del inquisidor, he de confesar que he leído el libro al mismo ritmo que Svampa se mueve por Roma, a la carrera. Estructurado en capítulos cortos y con una acción constante, donde al acabar un hecho ya se deja otro colgado, como si fuese una zanahoria delante del hocico de un caballo, uno pasa y pasa páginas.

Simoni, el autor, es un bestseller que ha publicado en decenas de países y que, según reza la faja del libro, ha vendido 3 millones de ejemplares. Eso, amigos, es una auténtica salvajada que muy pocos consiguen. Al final del libro hay una nota en la que el autor desvela qué hay de histórico y de inventado en sus personajes y algunas cosas sobre su fase de documentación. Gran parte de los personajes existieron de verdad, tanto los religiosos como los impresores y tipógrafos. Simoni es bibliotecario y también tiene en su historial de vida la literatura y la arqueología. Todo esto se mezcla, como era de esperar, en el entorno y la trama de La marca del inquisidor, donde también aparece la ciudad de Roma casi como un personaje.

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