Un animal falso según la ciencia, que resultó ser real

George Kearsley Shaw
(George Kearsley Shaw)

A menudo pienso en que cada hombre, en su tiempo, ha mirado atrás en la historia desde su momento y ha juzgado las creencias y formas de actuar de otros hombres, anteriores en siglos, creyéndose mejor que aquellos, con mayor posesión de la verdad total. Esto, que seguramente sea cierto en muchos casos, nos coloca a nosotros en la situación actual de creer que conocemos mejor el mundo y sus leyes que nuestros predecesores en la historia, lo cual seguramente es cierto, pero no somos el final de la cadena, sino un eslabón intermedio. Es decir, dentro de unas décadas o algún siglo, el hombre de futuro pensará en lo enormemente tontos que éramos, o mejor dicho, somos. Les cuento esto porque me parece siempre complicado juzgar a hombres del pasado por ciertas cuestiones y así, que un gran hombre como George Kearsley Shaw metiera la pata, como vamos a ver, no es más que una consecuencia de su tiempo.

Shaw fue un médico, zoólogo y botánico inglés nacido en 1751 y fallecido en 1813. Escribió algunos textos destacados y a finales del siglo XVIII y comienzos del siguiente fue conservador del departamento de historia natural del Museo Británico. En dicho cargo recibió un ejemplar de animal de manos del gobernador de Nueva Gales del Sur, es decir, desde Australia. El bicho en cuestión era parecido a un topo grande, pero con cola de castor y pico de pato. Seguro que muchos ya suponen de qué animal se trata, pero entonces, amigos, eran otros tiempos.

Nuestro protagonista describió al animal en sus estudios, pero advirtió que era imposible no albergar dudas sobre la naturaleza genuina del animal, y que era lógico suponer que se tratara de una falsificación, de un intento de engaño. Es más, no estaba sólo en sus sospechas, otros naturalistas estaban con él en que aquel bicho era una invención rara, no un ser vivo real. Textualmente se llegó a decir que aquello no eran más imposturas monstruosas que los taimados chinos habían practicado con tanta frecuencia a costa de los aventureros europeos.

Como casi siempre, al final la realidad se demostró aplastante y tozuda y cuando se repitieron las llegadas a Inglaterra de animales como aquel, se dio por cierta la existencia del mismo. Se afirmó entonces que existía un animal raro, mamífero peludo, productor de leche, con el pico parecido al de un pato y con un espolón venenoso en la pata posterior. Y por si esto fuera poco, ponía huevos. Un engendro que puso en evidencia a los naturalistas de su tiempo y que hizo quedar mal al señor Shaw, aunque no fue demérito de este, creo yo, sino consecuencia de vivir cuando lo hizo.

Como todos sabrán a estas alturas, aquel bicho era el ornitorrinco.

Fuente: Historia de la ciencia sin los trozos aburridos, de Ian Crofton

6 comentarios en “Un animal falso según la ciencia, que resultó ser real”

  1. Un tal Cristóbal Colón dice que puede llegar a las Indias cruzando el mar más allá de las Columnas de Hercules. Memo! Menos grog!

    El largo viejo, tatarabuelo de John Silver, el largo.

  2. El ornitorrinco en cuestión se puede ver en el museo de ciencias (no recuerdo si de Oxford o Londres), y en él se aprecian los cortes que le hicieron en busca de las costuras con las que los chinos unían partes de animales para "crear" especies nuevas y venderlas a los científicos europeos. Y luego decimos "engañar como a un chino"…

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