El velcro, un perro, un suizo y unas semillas

George De Mestral
(George De Mestral)

George De Mestral era un ingeniero suizo que tenía un perro. Hasta aquí no parece gran cosa, pero de esa mezcla nació uno de los inventos más exitosos y usados del mundo: el velcro. Cuando volvía de pasear con su perro, De Mestral se dio cuenta de que este tenía enganchados en su pelo un buen número de semillas parecidas a los arrancamoños, una pequeñas bolitas con pinchos que se clavan como demonios y que seguro que todos han sufrido cuando han paseado por el campo. Yo, que también tengo perro y paseo con él, más de una vez los he traído a casa enganchados en el pantalón y los calcetines.

Hasta el momento la historia sigue sin ser muy interesante: un ingeniero suizo, un perro y unas plantas. Pero aquel día a De Mestral le intrigó cómo conseguían aquellas semillas engancharse tan fuerte al pelo de su perro y puso algunos de ellos bajo el microscopio. Descubrió que la planta tenía miles de diminutos ganchos que quedaban enganchados en cualquier cosa que se les acercara.

Pensó entonces que estaría bien copiar aquel diseño de la naturaleza y aplicar una solución similar en un cierre, una cremallera, para que tuviera aquella adherencia. Y aquel fue el comienzo de su invención: el velcro. El invento vio la luz en 1952, tras unos años de trabajo y lucha, y hoy son incontables las soluciones de todo tipo en las que se usa el velcro. Desde prendas de ropa a juguetes y, por supuesto, muchas soluciones caseras para multitud de problemas.

Por cierto, el nombre, velcro, proviene de las palabras veolour, que en francés es terciopelo y crochet. Y la idea le hizo multimillonario, como era de esperar

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