Lecciones de marketing de un sastre madrileño

Les contaba el otro día cómo un músico callejero supo aprovechar una oportunidad que le puso delante la vida para hacerse valer más en su quehacer diario. Hoy vuelvo con una curistoria con moraleja parecida, aunque con otro contexto y con otra fuente distinta.

En el Madrid de finales del siglo XIX, había en la capital tres sastrerías conocidas y que se tenían por las mejores de la capital. Como suele ocurrir en muchos casos por tradición de siglos o por atraer conjuntamente a los clientes, las tres estaban situadas en la misma calle madrileña. Con el objetivo de hacerse notar y diferenciarse, es decir, de acercar a los clientes a su local, una de ellas colocó un cartel: “El mejor sastre de Madrid”. Frente a tan rotunda afirmación otra de las sastrerías subió la apuesta con el siguiente eslogan: “El mejor sastre de España”.

Ustedes supondrán que a la tercera de la sastrerías de aquella calle únicamente le quedaba una opción. Si una era la mejor de Madrid, y la siguiente la mejor de España, ella debía ser la mejor de… Y así, colgó el siguiente cartel: “El mejor sastre de esta calle”.

No sólo dejaba claro que era el mejor de aquella calle, sino que así se ponía a la vez como mejor sastre de Madrid e incluso de España. No es poca cosa esta, pero desde luego lo mejor de todo es la capacidad para hacer publicidad con talento, eso siempre lo agradecemos nosotros los clientes.

Fuente: Anécdotas de la historia, de Pancracio Celdrán

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